Miércoles Santo
- Is 50, 4-9a. No escondí el rostro ante ultrajes.
- Sal 68. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor.
- Mt 26, 14-25. El Hijo del hombre se va como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!
El Siervo de Yahvé es uno que está preparado, listo, ha hecho experiencia de uno que aprende, como un discípulo bajo su maestro, el Siervo de Dios ha alistado su camino para esta hora ¿cuál hora?
La de consolar al débil, de sostenerle, de presentarse como un baluarte para aquel que comienza a vacilar en medio de las dificultades que vive por seguir la voluntad de Dios. El Siervo de Yahvé es dócil a su Palabra, está dispuesto a toda clase de sufrimientos e injurias, sabe que habrá de padecer por su fidelidad, pero confía en que triunfará sobre sus enemigos. Ciertamente los cristianos hemos visto estas palabras cumplidas en el Hijo de Dios
“Esa disciplina y estudio le abrieron sus oídos para transmitirnos la ciencia del Padre. Él no le contradijo sino que se hizo obediente hasta la muerte y muerte de Cruz, de forma que puso su cuerpo, sus espaldas, a los golpes; y los latigazos hirieron ese divino pecho y sus mejillas no se apartaron de las bofetadas”
San Jerónimo, Commentarii in Isaiam 50,4
Esta actitud de uno que está dispuesto y se ha preparado para ir en rescate del otro nos hace recordar aquellas palabras de san Pablo:
«Él, en los días de su vida en la tierra, ofreció con gran clamor y lágrimas oraciones y súplicas al que podía salvarle de la muerte, y fue escuchado por su piedad filial, y, aun siendo Hijo, aprendió por los padecimientos la obediencia. Y, llegado a la perfección, se ha hecho causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, ya que fue proclamado por Dios Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec» Hb 5, 7-10
El Siervo de Yahvé, es el Sacerdote, aquel que ha mediado entre Dios y los hombres, estableciendo la nueva y definitiva alianza entregando su vida en la Cruz. Hay quien a definido el oficio sacerdotal como «aquel que habla a Dios de los hombres y que habla a los hombres de Dios» palabras que vemos cumplidas de un modo excelso en Cristo Jesús, y que se perpetúan en nuestro días en aquellos que han sido hecho partícipes de su sacerdocio a través del ministerio sagrado, ellos tienen esa función de mediar en Cristo por aquellos que ha sido puesto a su cuidado, uniendo al sacrificio de Cristo que celebran en la Santa Misa, sus sacrificios espirituales junto con el que ofrecen todos los fieles en virtud del sacerdocio común de todos los bautizados.
En el santo Evangelio contemplamos el inicio de la cena pascual que nos presenta san Mateo, Juan se ha esmerado por mostrarnos la gran conciencia de Jesús acerca de su Pasión y Muerte para gloria del Padre y salvación de los hombres, en el relato que escuchamos hoy el Evangelista comienza presentándonos no sólo la traición de Judas, sino el precio por el cual vendió a Jesús, “treinta monedas de plata” que era lo que se pagaba por un esclavo que se había inutilizado, en el fondo es un gesto de desprecio.
La hora de la ofrenda de amor realizada por Cristo se acerca, la Cena pascual celebrada con sus discípulos encuadra el momento, el detonante en la traición de Judas por treinta monedas de plata no será otra cosa sino lo que es todo pecado, un desprecio de Dios, un desprecio de Aquel que no hace sino prodigarnos bendiciones abundantes, un desprecio del autor de la vida.
Judas se dedicó a maquinar con malicia y astucia el momento de entregar a Jesús, buscaba “la ocasión propicia” la cual sabemos ocurrirá en la noche, mientras el Señor se retirará solas a orar con sólo algunos de sus discípulos que cansados dormirían.
“Qué ‘ocasión propicia’ es la que buscaba Judas, lo explica mejor Lucas diciendo: ‘Y buscaba la ocasión propicia para entrárselo a espaldas de la gente’, es decir, cuando la gente no estaba con Él, por estar retirado con sus discípulos. Es lo que hizo entregándolo después de la cena, cuando se encontraba aparte en el huerto de Getsemaní; tras el pacto que hizo, Judas pensaba que era su ‘ocasión propicia’ al no estar Jesús con la muchedumbre. Y mira si no es ésta aún hoy la ocasión propicia de los traidores del Verbo de la verdad, que quieren entregar a Cristo Dios Verbo en el tiempo en que se persigue a los cristianos, cuando en torno al Verbo de la verdad no existe una muchedumbre que pueda impedir o rechazar a pocos los fieles. Y porque hay tiempo para todo, como dice Salomón ‘tiempo de nacer y tiempo de morir’, etc., el momento propicio para los traidores del Verbo de la verdad es éste: cuando son pocos los fieles que siguen a Cristo”
Orígenes, Serie de comentario al Ev. De Mateo, 78
Sabemos, no obstante la dureza de esto, que Dios, fuente de bondad infinita, no pierde la ocasión de transformar la historia, en historia de salvación, y si sabe sacar bienes a partir de las acciones malvadas de los hombres, ¡cuán grande será el bien que sacará del desprecio de Jesús que es el más grande mal! De aquella traición que derivo en la muerte en Cruz del Señor se derivará la salvación de todo el género humano, de ahí que el pregón pascual cantará ¡Oh Feliz culpa que mereció tan grande Redentor!
“Pregunta, pues, el Señor Jesús: ‘¿Acaso no os elegí yo a vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?’ Diría, pues, «elegí a once»; ¿o se elige también al diablo, o el diablo está entre los elegidos? De «elegidos» suele hablarse como loa; ¿o es también elegido ese de quien, sin quererlo ni saberlo él, se haría alguna gran cosa buena? Esto es propio de Dios y contrario a los malvados. En efecto, como los inicuos usan mal las buenas obras de Dios, así Dios, al contrario, usa bien las obras malas de los inicuos. ¡Qué bueno es que los miembros del cuerpo estén tal como sólo el artífice Dios puede disponerlos! Sin embargo, ¡qué mal usa los ojos el descaro! ¡Y qué mal usa la lengua la falacia… Todos los bienes de Dios —para que no resulte largo recorrerlos uno por uno— los usa mal el malo; al contrario, el bueno usa bien las maldades de los hombres malos. ¿Y qué bien hay tan grande como el único Dios, siendo así que el Señor mismo dijo: ‘Nadie hay bueno sino uno solo, Dios?’ Cuanto, pues, mejor es él, tanto mejor usa incluso nuestros males.
¿Qué hay peor que Judas? Entre todos los adheridos al Maestro, entre los doce, se le confiaron los cofrecillos y el reparto distribuido a los pobres; ingrato ante tamaño favor, ante tan gran honor, aceptó el dinero, perdió la justicia; muerto entregó la Vida; como enemigo persiguió a quien siguió como discípulo. Toda esta es la maldad de Judas; pero su maldad la usó bien el Señor. Soportó ser entregado para redimirnos. He aquí que la maldad de Judas se convirtió en un bien. ¿A cuántos mártires ha perseguido Satanás? Si Satanás cesara de perseguir, no celebraríamos hoy la tan gloriosa corona de San Lorenzo. Si, pues, Dios usa bien las obras malas del diablo mismo, lo que el malo hace usando mal, le daña a él, no contradice a la bondad de Dios. El Artífice se sirve del mal; y, eminente Artífice, si no supiera servirse de él, no permitiría siquiera que existiese…”
San Agustín, In Ionn. XXVII, n.10
Que gran dicha Jesús descubrir los grandes misterios que la fe nos desvela, ese amor profundo e infinito que ha brotado de tu Corazón ha sido fuente de abundantes bendiciones, tu sufriste por mí, eres el fuerte cuando yo soy débil, me instruyes y combates por mí, continúas a revelarme al Padre a través de tu santa Iglesia, sigues cumpliendo en mi vida aquellas palabras que se anunciaron del Siervo sufriente de Yahvé, y no sólo eso, no obstante mis muchas traiciones tu sigues prodigándome tantos bienes. Amado Jesús que al contemplar en estos días la Misericordia divina en tu Pasión, Muerte y Resurrección, se conmueva mi corazón para aborrecer definitivamente el pecado y decidirme a vivir a la altura de las gracias que tu me has concedido, Jesús yo creo, pero aumenta mi fe.
IMG: «Judas recibe el pago por su traición» de Giotto