Rumbo a nuestro destino final

Viernes – IV semana de Pascua

  • Hch 13, 26-33. Dios ha cumplido su promesa resucitando a Jesús.
  • Sal 2. Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy.
  • Jn 14, 1-6. Yo soy el camino y la verdad y la vida.

Continuamos el discurso que pronunciase san Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, ayer observábamos como él introducía a Cristo Jesús en el marco de la historia de la salvación, Él es el cumplimiento de las promesas, Él es aquel para quien Juan el bautista había preparado el camino. Y ¿qué nos dice a continuación el apóstol? que Cristo murió y resucitó. Simple y llanamente explica como las autoridades judías de la época llevaron a cumplimiento la profecía y así el Señor entregó su vida por amor para recuperarla para la gloria. Sin medias tintas Pablo anuncia la verdad acerca de Jesús.

La pascua es propiamente el tiempo en que como cristianos también nosotros hemos de proclamar está verdad de fe con corazón sincero, y aprender a descubrir el tesoro grandioso de la nueva vida que desde la resurrección de Jesús podemos gozar gracias a la aguas del Bautismo. La pascua es nuestro horizonte puesto que al transitar por este mundo aunque vamos con un cuerpo mortal sabemos que un día resurgirá para la gloria.

La muerte no es el fin del camino, no, también el Padre eterno nos ha constituido hijos amados suyos por adopción en su Hijo único, aquellas palabras del salmo 2 que recordaba Pablo también se cumplen en nosotros desde el día en que fuimos bautizados “tú eres mi hijo yo te he engendrado hoy”. Grande es la dignidad del cristiano.

Al contemplar las palabras del santo Evangelio encontramos como también en ellas el Señor nos anuncia cuál es nuestro verdadero fin, gozar en las moradas eternas que Él ha preparado en el cielo. Entramos ya en las palabras que se han pasado a llamar el discurso de despedida de Jesús. El Señor busca dar ánimo a sus apóstoles, les abre la mente y el corazón no a un mero optimismo sino a la esperanza cristiana, sí, a la esperanza, porque les lleva a anhelar el gozo de la eternidad junto al Padre que nos ama.

¿Cómo alcanzar la meta? Recorriendo el camino que es Cristo, reproduciendo en nosotros los misterios de su vida, así es como se avanza en por ese sendero. Asumiendo con alegría la verdad de nuestra vocación cristiana, “Cristo revela al hombre el hombre mismo”, es Él quien nos enseña qué es ser hijo, que es ser hombre, qué es entrar en la voluntad del Padre. Gozando de su vida, la nueva vida que Cristo ha inaugurado es la vida de la gracia, por la cual nos hace participes de su divinidad, comenzamos a disfrutar de su misma vida en comunión con el Padre y el Espíritu Santo.

Queremos gozar de la vida nueva inaugurada por Jesús en su resurrección, comencemos por abrazarle como nuestro camino, verdad y vida. Es por Él animados por el Espíritu Santo que vamos al Padre, es la comunión plena en el amor con nuestro Dios la que nos hace entrar en el gozo de los ángeles y santos en las moradas eternas.

“Si buscas, pues, por dónde has de ir, acoge en ti a Cristo, porque él es el camino: Este es el camino, camina por él. Y san Agustín dice: «Camina a través del hombre y llegarás a Dios, es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que caminar rápidamente fuera de camino». Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco, se va acercando al término; pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre, tanto más se va alejando del término.

Si buscas a dónde has de ir, adhiérete a Cristo, porque él es la verdad a la que deseamos llegar: Mi paladar repasa la verdad. Si buscas dónde has de quedarte, adhiérete a Cristo, porque él es la vida: Quien me alcanza, alcanza la vida y goza del favor del Señor.

Adhiérete, pues, a Cristo, si quieres vivir seguro; es imposible que te desvíes, porque él es el camino. Por esto, los que a él se adhieren no van descaminados, sino que van por el camino recto. Tampoco pueden verse engañados, ya que él es la verdad y enseña la verdad completa, pues dice: Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Tampoco pueden verse decepcionados, ya que él es la vida y dador de vida, tal como dice: Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.”

Santo Tomás de Aquino, Super Io. cap. 14 l. 2

Que el Señor nos conceda la gracia de saber acoger las palabras de Cristo en aquella noche santa en que se despedía de sus discípulos, para que escuchando su voz también anhelemos aquello que Él promete.

IMG: Bajo relieve de una imagen de la Resurrección del Señor en la Catedral de Worms