“Unidos a la Vid”

Miércoles – V semana de Pascua

Durante varios días hemos venido viendo como Pablo y Bernabé fueron enviado en misión por Asia menor, anunciando la Buena Nueva de salvación a todos los hombres, comenzando su predicación en la sinagoga para luego extenderla a los gentiles.

La Iglesia de Antioquia se expande a las regiones vecinas, el testimonio de los misioneros es acompañado por signos y prodigios como la curación de un hombre paralítico, surgen las primeras contrariedades como la persecución por parte de algunos del pueblo o la confusión de los que presencian algún hecho portentoso, Pablo incluso llegará al punto ser lapidado.

No obstante el hecho más sobresaliente es que los gentiles también abrazan la fe, el Señor les comunica su gracia, la visión de Pedro sobre la conversión de estos pueblos se vuelve realidad a través de la vida de Pablo.

Cuando la paz comienza a reinar nuevamente en las comunidades cristianas, surge una novedad, cristianos convertidos del judaísmo farisaico suben de Jerusalén a Antioquía y comienzan a pregonar que es necesario observar la ley mosaica para ser salvados.

Esta situación provoca la reacción de Pablo y Bernabé que habiendo llevado a cabo la misión se dan cuenta de cómo los gentiles que había abrazado la fe comienzan a gozar de la vida de la gracia. La determinación es una: consultar el proceder frente a este problema a los Apóstoles, ir a los orígenes, redirigirse a Jerusalén.

Parece que el texto de hoy nos recuerda con este final, que paradójicamente es sólo el comienzo del debate, el modo en que la Iglesia discierne la voluntad de Dios, siempre volviendo a la fuente de los Apóstoles, por ello podríamos decir, el cristianismo siempre se presenta radical, es decir siempre anclado firmemente a su raíz.

Toda reforma, toda deliberación, todo proceso de conversión siempre debe ser iluminado desde esa perspectiva, volvernos a las fuentes del Evangelio, a la enseñanza apostólica, que es la enseñanza de Cristo.

En medio de nuestras dudas en incertidumbres sean acerca de los contenidos de la fe, del modo de vivirla, del modo de celebrarla, del modo de orar en ella, siempre hemos de referirnos a lo que la Iglesia a siempre dicho y enseñado, a lo que los apóstoles nos han transmitido, a lo que el Espíritu Santo les ha inspirado a ellos y a sus sucesores.

Pueden surgir muchas tendencias novedosas, ideas que se presente aparentemente buenas, propuestas que suenan placenteras, pero si no están enraízadas en la Iglesia, pueden llevarnos a equívocos.

La imagen de la vid y los sarmientos que usa Jesús para describir su relación nosotros es espectacular en este sentido, quien está anclado a la fe de los apóstoles, es como el sarmiento que está unido a Cristo, en su interior fluye la linfa de la vida divina de la gracia y produce abundante fruto.

Y todo lo que Iglesia nos ha transmitido sea como fe creída, fe celebrada, fe vivida o fe orante siempre se enlaza orgánicamente lo que Cristo nos ha enseñado por medio de los apóstoles. Por eso se dice que nuestra vida espiritual así como la vida de la Iglesia se desarrolla orgánicamente, no hay rupturas, sino continuidad y desarrollo. Como los dedos de una mano en un niño, cuando crece uno crecen todos, y cuando llega a la adultez descubre que son sus mismos dedos y que han permanecido con él.

“La adhesión de quienes se vinculan a la vid consiste en una adhesión de voluntad y de deseo; en cambio, la unión de la vid con nosotros es una unión de amor y de inhabitación. Nosotros, en efecto, partimos de un buen deseo y nos adherimos a Cristo por la fe; así llegamos a participar de su propia naturaleza y alcanzamos la dignidad de hijos adoptivos, pues, como afirma san Pablo, el que se une al Señor es un espíritu con él.”

San Cirilo de Alejandría

Estar asentados en las columnas de los apóstoles y sus sucesores, con los cimientos firmes en Cristo, es para todos y cada uno de nosotros una de las grandes seguridades que tenemos de estar unidos a la vida divina, que nos gano el Señor con su pasión, muerte y resurrección. Toda duda, toda pusilanimidad, toda tristeza se disipa mientras permanezcamos unidos a la vid que nos transmite la vida divina de los hijos de Dios.

Y sucederá que en ocasiones, no obstante hemos perseverado en el bien, encontraremos dificultad, como la encontrasen Pablo y Bernabé al toparse con estos hermanos que predicaban una cuestión que ponía en dificultades el éxito de la misión, sin embargo, el Señor usa estas ocasiones para podarnos para que produzcamos más fruto, así como luego de estas diferencias y lo decretado por los apóstoles reunidos en Jerusalén, sería ocasión de alegría y fuerza de comunión para la vida de la Iglesia naciente.

Roguemos al Señor nos conceda la gracia de permanecer y perseverar unidos a Él a través de la enseñanza de los apóstoles, para que también nosotros descubramos en ella la gracia de una vida vivida en comunión y fidelidad a la enseñanza de la Iglesia.

Imagen: Mosaico de la iglesia de San Vitale en Ravenna, que presenta la Vid y los sarmientos, las palomas habitualmente representa el alma del hombre.

 

ra_sv_202-med