Miércoles – VI semana de Pascua
- Hch 17, 15.22-18, 1. Eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo.
- Sal 148. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
- Jn 16, 12-15. El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena
Contemplamos en este día el famoso de discurso de san Pablo en el aerópago de Atenas, muchas veces se ha meditado este discurso como el gran anuncio público de la Buena Nueva de la salvación a los gentiles, en medio de las diferentes pruebas y dificultades que el apóstol ha experimentado se encuentra este episodio. A nosotros este discurso nos parece sumamente elaborado y muy atinado, es la gran apología del cristianismo, es su presentación, Dios creador, el hombre en necesidad de Él, un Juicio para el que hay que prepararse entrando en la conversión y abrazando a Cristo resucitado.
«Si alguien levanta su atención un poco sobre lo corporal y, liberado de la servidumbre y sinrazón de las pasiones, examina su propia alma con pensamiento honesto y sincero, verá claramente en su naturaleza el amor de Dios hacia nosotros y el designio del Creador. Observando de esta forma, descubrirá que es esencial y natural al hombre el deseo hacia lo hermoso y óptimo; descubrirá también, sembrado en su naturaleza, el amor impasible y feliz hacia aquella Imagen inteligible y bienaventurada de la que el hombre es copia»
Gregorio de Nisa, De instituto christiano.
sin embargo a sus interlocutores poco importó, hay quien se pregunta de dónde habría sacado, san Pablo, el ánimo para seguir evangelizando luego de haber atravesado semejante revés, pocos conversos, tiempo perdido y burlas irónicas, podría parecer todo como una situación desfavorable, pero como sabemos el apóstol no se detendrá, recibirá en la fe a aquellos que acogieron la Palabra y continuará su misión. Que sus palabras no hayan sido acogidas no significa que no sean verdaderas, ellas son para nosotros un gran ejemplo de como acercarnos con suavidad al otro para anunciar la Buena Nueva sin traicionar la verdad de la fe.
La experiencia del apóstol nos recuerda que no siempre seremos aceptados, sin embargo un germen queda, como quedaron aquellos pocos que sí acogieron la Palabra, y ellos habrán de dar fruto en su momento. No toca a nosotros esperar llenar estadios, no toca a nosotros obtener mil seguidores, no toca a nosotros realizar grandes prodigios, a nosotros toca ir anunciar el Evangelio, perfeccionando ciertamente nuestro modo de hacerlo, pero sabiendo que es el Espíritu Santo el que hará brotar los frutos a su momento, ¿los veré yo? Poco importa, lo que importa es hacer mi parte para que Dios sea conocido, amado y servido en este mundo y que aquellos que así lo hagan puedan gozar un día de su compañía en el cielo.
Es el Espíritu quien inspirará nuestros corazones para actuar en el momento oportuno por lo que tenemos que estar atentos a su voz, Él nos conducirá a la verdad de las cosas, Él nos llevará a la gloria del Dios, toda esta preparación que Jesús ha venido haciendo del corazón de los apóstoles ante su partida, todo este anuncio de la llegada del otro consolador pone aprueba la fe en su Palabra, contemplada luego de la resurrección por la Iglesia, no podemos no descubrir que realmente la promesa se ha cumplido, el nos guía hacia la verdad sobre Dios y sobre nuestra relación Él, ilumina nuestra historia y nos enseña a descubrir como la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús influye en nuestras vidas, la Pascua es como un hilo de oro con el que el Espíritu Santo quiere atravesar nuestras existencias, y como un sastre clásico la costura muchas veces no se ve, pero las piezas están bien sujetas, y al contemplarlas en su conjunto se puede apreciar como en verdad aquella prenda es preciosa, porque se ha convertido en una historia de amor, una historia de salvación.
Que el Señor nos conceda la gracia en este día de saber redescubrir la importancia que tenemos en la misión que Jesús ha encomendado a su Iglesia, sabiendo que es el Espíritu Santo el que va conduciendo nuestra historia llevándonos a contemplarla como lo que es en verdad, una historia de salvación.
IMG: «san Pablo en el aerópago» de Rafaello