Sábado – XXI semana del TO – Año Par / Martirio de san Juan Bautista
Continuando con nuestra meditación acerca de la primera carta de san Pablo a los corintios notamos como el apóstol sigue haciéndose énfasis en que la lógica de Dios supera a la del mundo. Ante la posibilidad de volverse engreídos sea por las tendencias a formar partidos, o por sentirse que debían de demostrar a los judíos o griegos la veracidad de las cosas que decían creer, el apóstol busca recordarles que su grandeza no está en la superioridad de su astucia, sino en la misericordia de su Dios. Esto no quiere decir que alguno que posea una ciencia profunda no pueda ser discípulo del Señor, basta ver que Pablo y Apolo eran grandes conocedores y eruditos de la Escritura, sino que el apóstol busca mostrarnos que la humildad del cristiano es la medida de su grandeza. Porque sólo en aquel que se abre a la bondad y a la verdad divina vaciándose de sí mismo es capaz transparentar la gloria de su Señor.
Por ello al contemplar al crucificado y en Él la obra del Padre que ha dado su Hijo Único para que por su pasión, muerte y resurrección la humanidad entera fuera redimida, el cristiano no puede hacer otra cosa sino gloriarse en su Señor. Cristo es la sabiduría del Padre porque en Él nos fue revelada la verdad sobre Dios, sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea; Cristo es la justicia divina porque en Él toda deuda de pecado ha sido pagada; Cristo es santificación puesto que el es la fuente de la santidad, sólo configurándonos con Él, asumiendo su medida, podremos nosotros llevar a plenitud la obra de Dios en nosotros.
Como diría el 32 “Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos.”
Celebramos hoy también el martirio de San Juan Bautista, y la Sagrada Liturgia nos propone un lectura del Evangelio propia para esta fiesta.
Podemos ver dos personajes en particular en este texto de san Marcos. En primer lugar a Herodes cuya maldad se nos presenta en tres modos, en primer lugar, la fiesta infame que se había preparado, la baile de la joven que se muestra lascivo, y el juramento temerario del rey. Así progresivamente el pecado hizo mella en su corazón, comenzó por un acto de vanidad, para luego dejarse seducir por la lujuria llegando a comprometer su dignidad de rey por su ligereza e irreflexión para culminar en el asesinato de un inocente. A la maldad se va paso por paso hasta caer en ella como quien cae por un precipicio, por ello se ha de estar atento a apartarse de ella ante sus primeras manifestaciones.
En segundo lugar se nos presenta la muerte del Bautista, ésta ocurre en el contexto de la misión apostólica, con ello nos refleja como el anuncio de la Buena Nueva de la salvación que Jesucristo trajo al mundo conlleva la persecución. Dar testimonio de la verdad se pagará con el precio del martirio. San Juan se nos presenta como aquel que denuncia el pecado del rey, como uno que invita a la conversión pero sobre todo como el Precursor del Señor, aquel que habría de preparar su camino, aquel que habría de preparar los corazones para el encuentro con Cristo. ¿No es acaso está la labor de todo misionero? Denuncia el pecado, llama a un cambio de vida, y prepara el camino al Señor, y ojo, esta preparación no se constituye solamente en la predicación sino también en el testimonio de vida, puesto que la persecución y muerte martirial de los profetas anuncian la de Cristo en el Calvario.
«Los mártires, y de manera más amplia todos los santos en la Iglesia, con el ejemplo elocuente y fascinador de una vida transfigurada totalmente por el esplendor de la verdad moral, iluminan cada época de la historia despertando el sentido moral»
San Juan Pablo II, Veritatis splendor, n. 93
Que San Juan Bautista interceda hoy por nosotros para saber custodiar nuestro corazón de las tentaciones grandes y pequeñas que enfrentamos a diario, para que como auténticos discípulos y misioneros de Cristo podamos ir anunciar su mensaje de salvación siendo fieles a la verdad.
IMG: «Decapitación de san Juan Bautista» de Massimo Stanzione