Viernes – XXIV semana del TO – año par
• 1Co 15, 12-20. Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido.
• Sal 16. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
• Lc 8, 1-13. Las mujeres iban con ellos, y les servían con sus bienes.
La Resurrección del Señor ha sido tenida desde las primeras comunidades cristianas como una verdad central, fundamental, esencial al punto que san Pablo llegaría a decir, “si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe” (1 Co 15, 14). Por tanto al momento de considerar este misterio hemos de tener presente en primer lugar que estamos hablando de un acontecimiento histórico, no se trata de símbolos, no se trata de que “Jesús vive porque aún nos recordamos de Él” como si solamente viviese en el recuerdo, no, la resurrección de Cristo es un hecho real que tuvo lugar en el tiempo y que ha transcendido el tiempo, la resurrección de Cristo es un hecho real que ocurrió en un lugar concreto y a trascendido las fronteras, con razón los cristianos de oriente durante el tiempo de Pascua se suelen saludar diciendo “Christos anesti” a lo que el otro contesta “Alithos anesti” que significa “Cristo ha resucitado” y “Verdaderamente ha resucitado”.
Las palabras de san Pablo son fuertes y es que la resurrección de Jesús confirma su mesianismo, haber sido enviado por Dios como su Ungido para la salvación del género humano, su palabra se ha cumplido. Él se definió a sí mismo como la Verdad, su palabra es la Verdad. Esto tiene consecuencias prácticas para nuestra vida, si Jesús cumplió su palabra sobre la resurrección ¿acaso no cumplirá las demás palabras que nos anunciado en el Evangelio? Él no nos engaña, en Él no hay mentira ni doblez, su palabra es cierta. La resurrección del Señor alienta nuestra fe, hasta las cosas más menudas de esta vida, sus promesas ya se comenzaron a cumplir ¿porque nosotros habremos dudar?
Por otro lado en el santo Evangelio encontramos a Las piadosas mujeres que siguen a Jesús, son un testimonio de la virtud del agradecimiento la cual es hija de la justicia y busca de alguna manera recompensar al bienhechor por el beneficio recibido. Todo bien en nuestra vida lo recibimos por gracia de Dios, fruto de su bondad, de generosidad y liberalidad, Él es el autor de todo bien por ello san Pablo diría que debíamos darle gracias en todo momento.
Según santo Tomás de Aquino esta virtud se manifiesta en tres grados: en el primero se reconoce el beneficio, en el segundo se alaba y da gracias por él, y en el tercero se recompensa.
La acción de estas piadosas mujeres se encuentra en este sentido en el grado más alto de la virtud de la gratitud puesto que buscan con sus bienes recompensar de alguna manera por el beneficio recibido. ¡Cuántos hermanos nuestros en sus parroquias buscan hacer lo mismo! Desde su limitación busca colaborar a las obras de evangelización a veces económicamente, a veces con su tiempo, a veces con su trabajo.
Por otro lado el texto también nos recuerda la belleza del genio femenino en la vida de la Iglesia desde sus inicios, en primer lugar el precioso modelo de María santísima, pero también la presencia de estas santas mujeres a lo largo del ministerio público de Cristo, junto a los apóstoles dedicándose a diferentes tareas y de alguna manera también predicando con su ejemplo de servicio y generosidad, su obras hablan de las maravillas de Dios, incluso vemos su rol activo en el libro de los hechos de los apóstoles escrito también por san Lucas.
Roguemos al Señor nos conceda la gracia en este día de saber vivir como hombres y mujeres que saben ser agradecidos con Él, viviendo como auténticos testigos del Resucitado.
IMG: «Resucitado» de Hendrick de Clerck