XXV Domingo TO – Ciclo A
• Is 55, 6-9. Mis planes no son vuestros planes.
• Sal 144. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
• Flp 1, 20c-24.27a. Para mí la vida es Cristo.
• Mt 20, 1-16. ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
La primera lectura con toda sencillez y sin una explicación rebuscada se nos presenta como un claro llamado a la conversión del corazón, abandonar el mal camino en que podamos encontrarnos y volvernos a la senda que conduce a la vida en el Señor. El salmo por tanto será nuestra respuesta a esa llamada, aquel que ha hecho experiencia del perdón de Dios canta con alegría su misericordia y bondad. Pues quien se acerca a Él se acerca ante un juez infinitamente justo y misericordioso parafraseando a santo Tomás de Aquino “nos premia más de lo que merecemos y no nos castiga como mereceríamos”, volver a Él es acercarnos ante el único juez ante quien un acusado se declara culpable y es absuelto de su delito, más aún es justificado, es hecho inocente.
La experiencia del amor misericordioso que ha latido en el Corazón Sacratísimo de nuestro Divino Redentor nos sorprende, va más allá de lo que nosotros podemos concebir, excede muchas veces nuestras categorías humanas. Cuando contemplamos nuestra historia con una mirada de fe somos capaces de descubrir en realidad una historia de salvación, y cuanto más avanzamos en este peregrinaje rumbo a la patria celeste más nos maravillamos de lo que ha hecho y está haciendo este Dios compasivo y misericordioso con nosotros.
Esto mismo podríamos colegir a partir de la parábola que nos narra Jesús en el santo Evangelio en este día. Los trabajadores de la viña que comenzaron más temprano se molestan porque creen merecer más, pero se han olvidado que no son ellos los que llegaron a pedir trabajo sino que el dueño de la viña viendo que no tenían trabajo salió a su encuentro, no sólo la paga sino también el trabajo es un don gratuito. Nadie lo ha merecido, a todos les ha sido concedido como un don del dueño de la viña que es quien a tenido la iniciativa.
La parábola nos lleva purificar la mirada en razón de la vida sobrenatural, en términos de fe la atención no va puesta sobre los méritos del hombre, sino en la largueza y bondad de Dios. La liberalidad del dueño de la viña no se manifiesta en virtud de a quiénes dio más en razón de mérito sino en a cuantos Él dio trabajo y sustento en razón de su propia gracia, benevolencia y misericordia. De alguna manera nos lleva a salir de nuestras envidias y egoísmos para contemplar la liberalidad y generosidad de Dios.
«Todo lo que tenemos en el alma y en el cuerpo y cuantas cosas poseemos en lo interior o en lo exterior, en lo natural y en lo espiritual, son beneficios tuyos y te engrandecen como bienhechor. (…) Y aunque uno reciba más y otro menos, todo es tuyo, y sin Ti no se puede alcanzar la menor cosa. El que recibió más no se puede gloriar de su merecimiento ni estimarse sobre los demás. (…) Pero el que recibió menos no se debe entristecer ni indignarse, ni envidiar al que tiene más. (…) Tú sabes lo que conviene dar a cada uno» (Tomás de Kempis, De imitatione Christi 3,22,2-3).
Roguemos al Señor nos conceda la gracia de purificar nuestra mirada para que podamos ver la gran misericordia con que nos ha tratado y así aprendamos a ver nuestra vida como historia de salvación.
IMG: Pintura que presenta a los trabajadores siendo pagados, obra de Patrick Paearz de Wet