Delante de tus ángeles tañeré para Ti

Santos Miguel, Gabriel y Rafael

• Dn 7, 9-10.13-14. Miles y miles lo servían.
o bien: Ap 12, 7-12a. Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón.
• Sal 137. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
• Jn 1, 47-51. Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.

Que hermoso contemplar hoy la figura de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, aquellos que nos anuncian la presencia de Dios en medio de los hombres, aquellos que nos hablan a través de la Sagrada Escritura de la existencia un mundo espiritual en el cual también se manifiesta la gloria del Creador, aquellos que nos dan testimonio de lo que es verdaderamente amar, conocer y servir al Todopoderoso.

Tanto la Sagrada Escritura como la gran Tradición de la Iglesia nos habla de la existencia de estos seres puramente espirituales, no corporales a los que llamamos ángeles, este nombre lo reciben en razón del oficio que realizan puesto que ellos son “con todo su ser…servidores y mensajeros de Dios … Ellos son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles.” (CEC 329) Ellos contemplan a Dios cara a cara, resplandecen con su gloria (cf Dn10, 9-12) y como dice el salmo “son agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra” (Sal 103, 20). La Tradición de la Iglesia nos enseña que ellos se ordenan en una jerarquía e incluso a través de la Sagrada Escritura conocemos los nombres de algunos de ellos. Sin embargo, su aspecto más grandioso es la misión excelente y altísima que tienen de servir al Señor, particularmente los vemos sumamente activos en la obra de la salvación, estando activamente presente a lo largo de la vida de nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

 «Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles… » (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para El: «Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él» (Col 1, 16). Le pertenecen más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: «¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?» (Hb 1, 14).»

Catecismo de la Iglesia Católica n.331

Están muy presentes en la vida de la Iglesia en general y de cada cristiano en particular, de hecho al celebrar la Sagrada Liturgia dando un culto de adoración y alabanza al Padre les recordamos, puesto que junto con ellos aclamamos al Dios tres veces santo durante la Plegaria Eucarística de la Santa Misa, en las exequias cristianas les encomendamos el eterno descanso de nuestros seres queridos con el tradicional canto “Al paraíso te lleven los ángeles”, nos unimos a su canto de alabanza entonando el Gloria, y de modo especial en la celebración que hoy nos atañe recordamos su presencia en nuestra historia pues ellos nos anuncian la llegada del salvador, nos defienden de las asechanzas del mal y nos socorren en nuestras necesidades. En este sentido quisiera meditar la figura de estos tres arcángeles retomando una homilía de Benedicto XVI (29/09/2007)

San Miguel en la Sagrada Escritura lo encontramos presente en el libro de Daniel, en la carta de san Judas y en el Apocalipsis. Éste Arcángel defiende en primer lugar la causa de Dios, “Quien como Dios” (su nombre significa de hecho “Quien como Dios”) sin embargo también lo encontramos como protector de su Pueblo santo. La serpiente en quien se representa el antiguo enemigo del hombre, el acusador, el padre de la mentira, el homicida, “intenta continuamente hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer, para que ellos puedan llegar a ser grandes; que Dios obstaculiza nuestra libertad y que por eso debemos desembarazarnos de él. Pero el dragón no sólo acusa a Dios. El Apocalipsis lo llama también «el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa día y noche delante de nuestro Dios» (Ap 12, 10). Quien aparta a Dios, no hace grande al hombre, sino que le quita su dignidad….La fe en Dios defiende al hombre en todas sus debilidades e insuficiencias: el esplendor de Dios brilla en cada persona” Quien se acoge a san Miguel arcángel busca hacer presente al Señor en medio del mundo, dar testimonio de su presencia con obras misericordia, viviendo según la voluntad del Padre al ejemplo de Cristo Jesús a quien da gloria y alabanza, y socorriendo al hermano que pasa necesidad.

«¿Quién como Dios?», fue el grito de victoria
que el arcángel lanzó contra Luzbel.
¡Príncipe digno de eternal memoria!
Desde aquella lejana prehistoria,
lo repite su nombre: Mi-ca-el.

Oficio de lectura de la fiesta

A san Gabriel lo encontramos como el anunciador de buenas noticias, de él nos da referencia san Lucas, quien lo hace presente en el anuncio del nacimiento de san Juan Bautista y el de Nuestro Amado Redentor Cristo Jesús. ”Gabriel es el mensajero de la encarnación de Dios. Llama a la puerta de María y, a través de él, Dios mismo pide a María su «sí» a la propuesta de convertirse en la Madre del Redentor: de dar su carne humana al Verbo eterno de Dios, al Hijo de Dios. En repetidas ocasiones el Señor llama a las puertas del corazón humano. En el Apocalipsis dice al «ángel» de la Iglesia de Laodicea y, a través de él, a los hombres de todos los tiempos: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3, 20). El Señor está a la puerta, a la puerta del mundo y a la puerta de cada corazón.” Acogernos al patrocinio de tan excelso mensajero implica para nosotros llevar una vida que se transforma en Buena Nueva de salvación, implica aprender a salir de nosotros mismos para dar a conocer a todos los hombres que Dios ha venido para que vivamos en aquella íntima unión de amor con Él.

No la espada, la cándida azucena
lleva en su mano el ángel san Gabriel,
cuando rinde a la virgen nazarena
el mensaje de que ella, gracia plena,
será Madre del Hijo: el Emmanuel.

Oficio de lectura de la fiesta

A san Rafael lo encontramos en el libro de Tobías, ahí desarrolla una misión particular de ser guía y de curar los males que aquejaban a algunas personas : en primer lugar interviene para que Tobías pueda tomar como esposa a Sara así vemos como  “Cura la comunión perturbada entre el hombre y la mujer. Cura su amor. Expulsa los demonios que, siempre de nuevo, desgarran y destruyen su amor. Purifica el clima entre los dos y les da la capacidad de acogerse mutuamente para siempre…” En los momentos de dificultad en el matrimonio ¿por qué no acogerse a este poderoso intercesor, que en la Biblia se nos presenta como aquel que presentaba las suplicas de los hombres ante Dios? O más aún cuando encontramos que alguien ha caído en la desgracia siendo criticado y despreciado por todos como Sara, porque no ser como este ángel y buscar sembrar amor ahí donde todos han sembrado indiferencia y olvido, de modo que el mal que lleva al hombre a la muerte sea vencido a fuerza de bien.

Luego lo vemos curando la ceguera de Tobit un hombre que tristemente perdió la vista en un accidente. ¿De qué cegueras podríamos pedir nosotros ser curados? “Todos sabemos que hoy nos amenaza seriamente la ceguera con respecto a Dios. Hoy es muy grande el peligro de que, ante todo lo que sabemos sobre las cosas materiales y lo que con ellas podemos hacer, nos hagamos ciegos con respecto a la luz de Dios. Curar esta ceguera mediante el mensaje de la fe y el testimonio del amor es el servicio de Rafael, … Así, nos viene espontáneamente también el pensamiento del sacramento de la Reconciliación, del sacramento de la Penitencia, que, en el sentido más profundo de la palabra, es un sacramento de curación. En efecto, la verdadera herida del alma, el motivo de todas nuestras demás heridas, es el pecado. Y sólo podemos ser curados, sólo podemos ser redimidos, si existe un perdón en virtud del poder de Dios, en virtud del poder del amor de Cristo.”

Medicina de Dios para Tobías,
el peregrino arcángel Rafael
sabe ser el mejor de nuestros guías,
cura nuestras dolencias y agonías
con la gracia de Dios y con la hiel.

Oficio de lectura de la fiesta

En este día en unión a estos grandes heraldos de la Buena Nueva de salvación demos gloria y alabanza a nuestro Dios, que en su infinita bondad y poder ha creados seres tan santos, buenos y hermosos que nos socorren, guían y defienden para que podamos también nosotros entrar en el gozo eterno de la Patria celestial

IMG: Pintura de Michaele Tosini