XXX Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A
• Pr 31, 10-13. 19-20. 30-31. Trabaja con la destreza de sus manos.
• Sal 127. Dichosos los que temen al Señor.
• 1Ts 5, 1-6. Que el Día del Señor no os sorprenda como un ladrón.
• Mt 25, 14-30. Como has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor.
De principio a fin, la Sagrada Escritura nos habla de la dimensión esponsal del amor, de esa dimensión de mutua entrega que se traduce en la donación total del propio yo, y que tiene una de sus realizaciones concretas de modo especial en la alianza matrimonial. Vemos por ejemplo desde las primeras páginas del libro del Génesis la pareja originaria, Adán y Eva, más tarde los libros de la ley nos hablarán del pacto entre Dios y su Pueblo, el cual los profetas evocaran como una alianza matrimonial entre ambos, al punto que el pecado cometido contra el Señor es siempre parangonado con el adulterio, en los albores del Nuevo Testamento, Cristo Jesús el hijo de Dios vivo nace en el seno de la alianza matrimonial de san José y María santísima. La donación plena y perfecta nuestro Señor en el madero de la Cruz es el acto de amor más grande que alguien pudiera haber hecho por la humanidad y constituye así la nueva y definitiva alianza.
San Pablo en sus cartas nos hablará ampliamente del tema de la familia y de la relación entre los esposos vista a la luz del Señor. Será este apóstol junto con las visiones de las realidades últimas que Juan presenta en el Apocalipsis los que nos revelarán a Jesucristo, el Mesías salvador, como el esposo de la Jerusalén celeste, de su Iglesia santa, en aquello que venido a conocer como las Bodas del Cordero. Teniendo claro este panorama los maestros de vida espiritual a lo largo de la tradición cristiana, siempre tendrá a ver el camino hacia la santidad, como la alianza que establece el Señor con el alma cristiana, el Señor sale su encuentro busca unirla hacia sí, de hecho los grandes místicos experimentales llaman a los grados más altos de comunión con el Señor con el nombre de unión plena o matrimonio espiritual.
A simple vista la primera lectura nos llama la atención ciertamente por el gran elogio que hace de la mujer virtuosa el libro de los proverbios, yendo un tanto más al fondo, no es extraño descubrir el porqué esta mujer, que se presenta como amante de obrar el bien y diligente en el trabajo del hogar, es ocasión de dicha para su esposo, porque así como él ha trabajado duro durante la jornada, también lo ha hecho su esposa en otro tipo de quehaceres, la alianza entre ambos es honrada, la comunidad de vida que han formado se ve fortalecida, porque en actitudes y comportamientos concretos el amor se ve correspondido.
Ahora si llevamos esto a un plano espiritual considerando que esa esposa que se elogia en el libro de los proverbios es una imagen de la Iglesia, de toda alma cristiana, que obrando virtuosamente, viviendo con honestidad, siendo diligente en la búsqueda del bien, corresponde a los trabajos que paso por ella en su Pasión y Muerte, Cristo su esposo. Con esta luz es posible redescubrir el sentido de la palabra del santo Evangelio.
Dios ha tenido la iniciativa en el amor, su amor y sus bendiciones nos han llegado de modo gratuito, semejante a los talentos que son otorgados en la parábola que hemos escuchado. ¡Cuantas gracias hemos recibido de parte del Señor! ¡Cuántas bendiciones en nuestra vida! ¿Cómo las hemos aprovechado? ¿Cómo las hemos hecho fructificar en actitudes y comportamientos concretos? ¿cómo hemos correspondido al amor del Cristo esposo que llega con tantos dones a nuestra historia?
San Juan de la Cruz, considerando como el alma luego de haber conocido el amor de Dios lo busca cada vez más, escribiría:
Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.
Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura
Lo mismo probablemente podríamos decir nosotros de tantas ocasiones en las que se ha manifestado su amor, la familia en la que has crecido, el hombre o la mujer con la que te uniste un día en matrimonio, tus hijos, tu trabajo, tu casa, tus amigos, la salud, etc. y cuanto más al considerar la vida sobrenatural, la gracia del Bautismo, las gracias del perdón en el sacramento de la Reconciliación y la altísima bendición que nos llega siempre que participamos de la santa Misa y recibimos su santísimo Cuerpo.
De modo especial hoy que la Iglesia nos invita a vivir la Jornada Mundial de los Pobres, porque hemos de aprender a considerar en nuestro hermano que pasa necesidad una ocasión gracia y bendición ya que ahí descubrimso también a Cristo, como nos los ha dicho el Papa en su mensaje para este día “La pobreza siempre asume rostros diferentes, que requieren una atención especial en cada situación particular; en cada una de ellas podemos encontrar a Jesús, el Señor, que nos reveló estar presente en sus hermanos más débiles”
Ciertamente no es fácil el momento presente, la Palabra de Dios nos interpela constantemente a no quedarnos de brazos cruzados cuando podemos hacer el bien teniendo presente que discernir los medios para poder vivir la solidaridad fraterna y practicar las obras de misericordia pasa por el ejercicio de la virtud de la prudencia. De nuevo el Santo Padre nos dice:
Este momento que estamos viviendo ha puesto en crisis muchas certezas. Nos sentimos más pobres y débiles porque hemos experimentado el sentido del límite y la restricción de la libertad. La pérdida de trabajo, de los afectos más queridos y la falta de las relaciones interpersonales habituales han abierto de golpe horizontes que ya no estábamos acostumbrados a observar. Nuestras riquezas espirituales y materiales fueron puestas en tela de juicio y descubrimos que teníamos miedo. Encerrados en el silencio de nuestros hogares, redescubrimos la importancia de la sencillez y de mantener la mirada fija en lo esencial.
Hemos madurado la exigencia de una nueva fraternidad, capaz de ayuda recíproca y estima mutua. Este es un tiempo favorable para «volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo […]. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad […]. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente» (Carta enc. Laudato si’, 229). En definitiva, las graves crisis económicas, financieras y políticas no cesarán mientras permitamos que la responsabilidad que cada uno debe sentir hacia al prójimo y hacia cada persona permanezca aletargada.
Cuidemos, hermanos, que el distanciamiento social no nos conduzca a la indiferencia, sino que en medio de la adversidad hemos de recordar que la fuerza del bien es de suyo creativa, las obras de misericordia están al alcance de todos. Los santos nos dan abundantes testimonio de ello, a lo largo de los siglos vemos como de diversas maneras se han lanzado al auxilio del hermano que pasa necesidad, desde el ejemplo de san Martín que dio su manto a un pobre que pasaba frío hasta la gran obra de san Pío de Pietrelcina que gestionó la construcción de un gran Hospital en el sur de Italia, el ejemplo del Beato Pier Giorgio Frassati que recorría los barrios pobres de Turin a inicios del siglo XX para ayudar con lo que podía a las familias a pesar de ser a penas un muchacho hasta san Oscar Romero que constantemente escuchaba el sufrimiento tantos que se acercaban a él para contarle el drama que vivía ante la desaparición de un ser querido y que lo llevo a convertirse en la voz de los sin voz. Recordemos nada es pequeño cuando se hace por amor a Dios, cuanto más aquello hecho a los pobres, bien lo dice Jesús “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” Mt 25, 40.
IMG: «Parábola de los talentos» Andrei Miranov