En la hoguera del Amor

Miércoles – II semana de adviento

Is 40, 25-31. El Señor todopoderoso fortalece a quien está cansado
Sal 102. Bendice alma mía, al Señor
Mt 11, 28-30. Venid a mí los que estáis cansados

Adviento es el tiempo de esperanza por excelencia, el anuncio de la llegada del Salvador del mundo hace arder nuestro deseo de salir a su encuentro, la esperanza según nos enseña la Iglesia es para los cristianos más que un sentimiento de optimismo, para nosotros es un don que viene de lo alto, una disposición firme y estable que el Señor nos ha regalado el día del bautismo, por ella anhelamos el Reino de los cielos como nuestra felicidad eterna y confiamos en que gozaremos de los auxilios necesarios del Espíritu Santo para alcanzarlo. Jesús que viene a nuestro encuentro en el portal de Belén es la bendición del Padre que se hace carne por nosotros, es la causa de la alegría que embarga todo este tiempo en el que nos preparamos para la Navidad.

Ciertamente los problemas en el trabajo, en el vecindario o el hogar, así como las enfermedades o dificultades económicas, a menudo tienden a llevarnos a pensar que las cosas están muy mal, que otros años las navidades se pasaron mejor y que al contrario vamos para peor todo lo cual desemboca en un corazón triste, en un corazón melancólico. Si este es nuestro caso escuchemos la voz de Cristo en esta ocasión que nos dice “Vengan a mí los que están cansados y agobiados por la carga y yo les daré alivio”. 

Acercándonos a su hoguera ardiente de amor que es su Corazón santísimo, dejemos que su calor invada el frío que experimentamos en la soledad de esos pensamientos que muchas veces nos desaniman, y abramos bien los ojos y contemplemos con la luz de la fe como, no obstante las contrariedades que podamos haber vivido en el pasado reciente o incluso estar viviendo al presente, Él siempre ha estado junto a nosotros, así como dijo san Gabriel a la santísima Virgen María hoy también la palabra nos habla al corazón y nos dice “El Señor está contigo” y con esa certeza hagamos caso a la voz del profeta Isaías que nos dice “Alcen los ojos a los alto y díganme quien ha creado todos esos astros” él nos invita a contemplar las maravillas de la creación y descubrir en ella bondad de Dios, nuestro Señor grande y poderoso, sabio y misericordioso ¿acaso abandona a alguna de su creaturas? ¿si no abandona las estrellas del cielo ni las bestias salvajes, cómo habría de abandonar a aquellos que creo a su imagen y semejanza? ¿cómo abandonará a aquellos por los que su Hijo único dio la vida en el madero de la Cruz? En la misma línea el salmista nos invita a bendecir al Señor pues nosotros antes hemos sido bendecidos por Él, nos lo dice en los primeros versículos del salmo “Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios” (Sal 102, 1-2). Dios que nos ha mostrado su rostro bondadoso, que nos ha dado incontables bendiciones a lo largo de nuestra vida,  continuará a bendecirnos si nos abrimos a la acción de su gracia, si nos disponemos a acoger su voluntad. 

Recordar y meditar en las bendiciones que el Señor nos ha dado en el pasado, nos llevar a avivar la esperanza, nos lleva a poner nuevamente la mirada en nuestro Padre misericordioso, por eso decía el profeta “Él da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas energía…aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan”

En este día contemplemos las maravillas de Dios en nuestra historia y descubramos la bondad que anima todo su obrar de modo que podamos renovar nuestra esperanza en Él y lanzarnos por una vida según su voluntad. Así sea.

IMG: Vitral del Sagrado Corazón De la Iglesia de Santa Ifigenia