Comenzamos en este día la meditación continuada de la Carta a los Hebreos, aunque su autor no es directamente san Pablo si sabemos que debió haber sido un cristiano cercano a él puesto que sus temáticas e intervenciones se asemejan a las del apóstol, por ello se incorpora dentro del Corpus Paulinus. Sus enseñanzas son riquísimas, particularmente por su atención al Sacrificio de Cristo como una verdadera ofrenda sacerdotal. Semejante a las cartas paulinas en ella vemos dos grandes partes, una doctrinal y la otra moral, en qué creemos y cómo lo vivimos. En la primera nos dicen los biblistas encontramos cinco grandes temas: a) La condición divina de Jesús, b) su superioridad frente a los ángeles, c) su superioridad frente a Moisés, d) La excelencia del sacerdocio de Cristo por sobre el levítico y e) la superioridad del sacrificio en Cruz por sobre los que se ofrecían en la Ley antigua; en la segunda también encontramos otros grandes temas: a) el seguimiento de Cristo camino de salvación, b) la imitación de aquellos que han aceptado la revelación del Señor, c) la esperanza del cristiano y las normas de su vida, e) una motivación para animar al creyente a pesar de las dificultades del camino.
Con esta breve introducción, consideremos el tema que se nos presenta hoy, “Dios nos ha hablado por medio de su Hijo” (Hb 1, 2), al meditar el pasaje de la carta ciertamente resuena en nuestro corazones de un modo singular esta afirmación, Dios siempre ha estado presente en la historia de la humanidad, nuestro Dios es un Dios cercano que ha salido al encuentro del hombre, no lo ha abandonado al azar, continuamente ha venido a él, sin embargo en la plenitud de los tiempos, el amor misericordioso del Padre ha querido hablarnos por medio de su Hijo, Dios se nos ha revelado a sí mismo, Él nos ha mostrado quién es Él y quienes somos nosotros, es más, vino para liberarnos de las ataduras del pecado y de la muerte. Los diversos títulos que utilizar el autor de la carta nos muestran la grandeza del Señor Jesús, al contrario de como algunos creían en aquella época, Él no era un ángel, una creatura es la segunda persona de la Trinidad santísima, Jesús verdadero hombre es también verdadero Dios. Jesús nos habla de Dios, siendo Dios Él mismo y habla a Dios de los hombres, siendo hombre Él mismo. Admirable y dulce misterio de un amor que se hace misericordia.
Por ello san Juan de la Cruz se maravillaba y llegaba a decir:
«Lo que antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros padres de muchos modos y de muchas maneras, ahora a la postre, en estos días nos lo ha hablado enel Hijo todo de una vez…Dios ha quedado como mudo y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo.
Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera diciendo: “Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra ¿qué te puedo ahora responder o revelar que se más que eso? Pon los ojos en sólo en Él, porque en Él te lo tengo todo dicho y revelado, hallarás aún más de lo que pides y deseas…Que si antes hablaba era prometiendo a Cristo; y si me preguntaban, eran las (preguntas) encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que había de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles…Si quisieres que te respondiese yo alguna palabra de consuelo, mira a mi Hijo, sujeto a mí y sujetado por mi amor, y afligido, y verás cuántas te responde…”»Subida al Mote Carmelo 2, 22, 4-6)
Por otro lado en el santo Evangelio contemplamos el inicio del ministerio público de Jesús, según san Marcos, “El tiempo se ha cumplido y está cerca el Reino de Dios. Conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1, 15), son las primeras palabras con las que el Señor comienza el anuncio de la salvación, estas van íntimamente unidas a la formación de aquella comunidad de apóstoles que habrían de convertirse más adelante en sus testigos. De este modo vemos como la entrada al Reino supone la conversión del corazón, supone un cambio de actitudes y comportamientos de tal modo que se viva conforme a lo que se cree, asimismo fe y conversión van unidas al seguimiento de aquel que pasando por el camino nos llama a ir tras de Él, qué es lo que hemos de creer y cómo hemos de vivir nos lo enseñará Jesús, aquel del que el día de ayer escuchábamos los cielos decían “Tú eres mi Hijo amado en quien me complazco” (Mc 1, 15)
“Jesús proclamaba que “se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios” anuncia que en Él sucede alguno nuevo: Dios se dirige al hombre de forma insospechada, con una cercanía única y concreta, llena de amor; Dios se encarna y entra en el mundo del hombre para cargar con el pecado, para vencer el mal y volver a llevar al hombre al mundo de Dios. Pero este anuncio se acompaña de la petición de corresponder a un don tan grande. Jesús, en efecto añade “conviértanse y crean en el Evangelio”; es la invitación a atener fe en Dios y a convertir cada día nuestra vida a su voluntad orientando hacia el bien cada una de nuestras acciones y pensamientos”
Benedicto XVI, ángelus 26 de febrero de 2012
Roguemos al Señor nos conceda la gracia de saber reconocer su paso por nuestra historia para que escuchando su voz nos pongamos en camino de conversión y demos frutos de vida eterna en nuestras vidas.
Lecturas:
Lunes – I semana del TO – Año impar
Hb 1, 1-6. Dios nos ha hablado por medio el Hijo
Sal 96. Adorad a Dios todos sus ángeles
Mc 1, 14-20. Convertíos y creed en el Evangelio
IMG: Domenico Ghirlandaio «Llamada de los apóstoles»