La grandeza del corazón de Cristo

En nuestra lectura continuada que vamos haciendo sobre la carta a los Hebreos llegamos hoy a lo que podríamos llamar el argumento central de esta: la superioridad del sacerdocio y del sacrificio de Cristo sobre el sacerdocio y los sacrificios de los levitas.

Como punto de partida se dice que el sacerdocio de Cristo es del mismo orden del de Melquisedec, ¿quién es este? La Sagrada Escritura nos cuenta en el libro del Génesis como Abraham luego de salir victorioso en una campaña militar para rescatar a su sobrino Lot que había sido secuestrado, ofrece el diezmo de todo lo que había ganado en una ofrenda presentada por un “sacerdote del Dios altísimo” llamado Melquisedec. La Biblia no nos dice más sobre él, por ello ha sido considerado un personaje misterioso, no se sabe cuál es su origen y que pasaría después con él. Es en este sentido mistérico que se dice que el sacerdocio de Cristo es parte de este mismo orden, porque siendo verdadero Dios, el Señor Jesús se nos presenta en el mismo plano de la eternidad, está más allá del tiempo y del espacio, pero a la vez siendo verdadero hombre es capaz de ofrecer un sacrificio agradable al Padre. Es más la superioridad del sacerdocio de Cristo también se evidencia en otro punto, si Abraham presentó esta ofrenda a Melquisedec y fue bendecido por él, es porque lo consideraba de alguna manera superior a él, ahora bien si los levitas son descendiente de Abraham y el sacerdocio de Cristo es del orden del de Melquisedec por tanto, el sacrificio del Señor así como su dignidad sacerdotal es superior al levita.

En el Evangelio de hoy vemos nuevamente a Jesús que se presenta como Señor del sábado, revelando que la Ley lo que busca es que se haga el bien, no el limitarlo.

También llegamos al final de las controversias con los fariseos, en un inicio se nos habló de como en su corazón acusaron a Jesús de blasfemar, luego de como lo empiezan a interrogar maliciosamente, de como si indignan contra Él por su cercanía hacia los pecadores (aunque nunca se le acusa a Él de ser tal) y ahora se nos presenta como se alían con sus enemigos los herodianos para ser cómplices para acabar con su vida.

Esta actitud de los fariseos nos debe recordar que el mal crece progresivamente en el corazón si se le da entrada, por eso hemos de estar atentos a sus primeros movimientos, siempre vigilantes.

Otro punto a considerar, es que el evangelista nos dice que el Señor ante la cerrazón y necedad de los fariseos da una mirada de ira y experimenta tristeza, la primera es comprensible porque negándose a responder a la pregunta del Señor y viendo a uno de los suyos en necesidad se niegan a aceptar que se le haga el bien y la segunda nos muestra el Corazón misericordioso de Jesús que se compadece del pecador.

San Marcos tiene como una de sus características el presentarnos de un modo especial los sentimientos de Jesús, en ellos vemos como reluce su humanidad, recordemos que Él es verdadero Dios y verdadero hombre.

En su humanidad unida a su divinidad nos redime, y en esta misma unión también nos enseña como hemos de vivir nuestro ser cuerpo y alma, con todo lo que ello implica, inclusive la esfera afectiva, y en ella nuestros sentimientos, pues ellos son parte de nuestro ser y hemos de aprender a educarlos, para que encaminarlos por la voluntad bajo la guía la razón iluminada por la fe.

«Estas afecciones, dirigidas y enderezadas por la recta razón hacia su fin propio, ¿quién se atreverá a llamarlas enfermedades del alma o pasiones viciosas? El Señor, que se dignó llevar una vida humana en forma de siervo, pero que carecía totalmente de pecado, hizo uso de ellas cuando juzgó que debía hacerlo. Porque la verdad es que en Él, que tenía verdadero cuerpo y verdadera alma de hombre, no era falso ese afecto. Por eso se dicen cosas verdaderas cuando se cuenta que se contristó con ira por la dureza de corazón de los judíos» (san Agustín, De civitate Dei 14,9,4).

Lecturas

Hb 7, 1-3.-15-17. Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec
Sal 109. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec
Mc 3, 1-6. ¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?

Miércoles – II semana del TO- Año I

IMG: «Encuentro de Abraham y Melchisedec» de Dieric Bouts