Perseverando en su amor

La vida cristiana ha sido concebida habitualmente como un combate espiritual, en el que movidos por la gracia de Dios, vamos acometiendo diferentes batallas a fin colaborar desde nuestra libertad con la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas, de modo que todo nuestro ser y hacer transparente un corazón que busca configurarse con el Corazón de Jesús. Nuestro anhelo de felicidad sólo puede ser colmado en la medida en que imitemos a nuestro Señor, que es el modelo de la humanidad perfecta. Es en el amor de Cristo que dio su vida en el supremo sacrificio de la Cruz que encontramos la fuente de toda esa transformación interior que habrá también de manifestarse hacia el exterior en actitudes y comportamientos concretos con los cuales se vaya extendiendo la bondad del Reino de Dios a toda nuestra realidad.

En medio de ese combate ciertamente habrán momentos de mayor o menos dificultad, el cansancio o incluso el tedio puede surgir hasta en el hombre que aparentemente vive con gran entusiasmo la vida de fe, es necesario por tanto cultivar una virtud especial que nos disponga a saber perseverar en este camino, de ahí la exhortación de la carta a los hebreos que invita a encontrar la fuerza para esto en la memoria y la esperanza, de hecho la memoria de los acontecimientos pasados vistos como una ocasión donde Dios ha manifestado su gloria y poder, es lo que el Papa Francisco ha llamado memoria deuteronómica, el Pueblo de Israel siempre que vivía dificultades recordaba las grandes obras que el Señor había hecho cuando los sacó de la esclavitud de Egipto y los llevo a la tierra prometida, de ese modo recordando que Dios les había bendecido en el pasado recobraban su confianza en Él y clamaban a Él sabiendo que podría seguirles bendiciendo en el futuro, así la memoria les hacía abrirse a la esperanza. Del mismo modo, la herencia de la patria celeste llena de confianza al cristiano, sabiendo que los sufrimientos de la vida presente no se comparan al gozo de la gloria futura, antes bien, sabemos, que la nostalgia del cielo nos compromete a vivir con fidelidad al evangelio.

Asimismo es una ocasión propicia no sólo para realizar un ejercicio intelectual de memoria y esperanza, sino también de voluntad, pues existe una virtud que bien trabajada nos ayuda a perseverar en el buen combate de la fe, esta es la fortaleza, por definición ella es una disposición estable por la cual perseveramos con constancia y firmeza en la búsqueda del bien arduo y resistimos las dificultades que puedan venir de esa lucha.

Algunos tips de los maestros de vida espiritual para poderla trabajar: 1) pedirla incesantemente a Dios; 2) Prever las dificultades que encontraremos en el camino de la virtud y aceptarlas de antemano 3) Abrazar con generosidad las pequeñas molestias de la vida diaria para fortalecer nuestro espíritu contra el dolor. 4) Poner los ojos con frecuencia en Jesucristo crucificado 5) Intensificar nuestro amor a Dios

El cultivo de estas obras nos irán ayudando a perseverar no obstante las dificultades del camino, pero no hemos de perder de vista tampoco que la acción de la gracia de Dios en nuestras vidas, es muchas veces una acción silenciosa, como explicaba Jesús en el Evangelio, un árbol cuando crece lo hace en silencio y a su tiempo, lo mismo sucede muchas veces con nosotros, hemos de sabernos tener paciencia en el buen combate de la fe, incluso en la transformación de nuestra realidad, las cosas no cambian de la noche a la mañana y ni siquiera cambian como idealmente pensamos muchas veces, aunque si nos abrimos a la gracia del Señor siempre cambiarán para bien, incluso a situaciones mejores de las que habíamos previsto. Aunque nosotros dispongamos todos los medios recordemos, la santificación de la vida del hombre, es obra del Espíritu Santo, a nosotros lo que nos toca es ir discirniendo por donde nos lleva para abrazar la voluntad de Dios y perseverar en el camino, sabiendo que quien pone en Él su confianza jamás quedará defraudado.

Que el Señor nos conceda la gracia de saber permanecer y perseverar en el buen combate de la fe con nuestros corazones puestos en Él.

Lecturas:
Hb 10, 32-39. Soportaron múltiples combates. No renuncien pues, a la valentía
Sal 36. El Señor es quien salva a los justos
Mc 4, 26-34. Un hombre echa semilla y duerme y la semilla va creciendo sin que el sepa cómo.

IMG: «Fortaleza» de Monzio Compagnoni