Si ayer meditábamos acerca de la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida y la gran misericordia del Señor que nos ha hablado, se nos ha comunicado, nos revelado su mensaje de salvación, hoy por otra parte vemos en las actitudes de algunos que estaban presentes en el momento en que expulsó un demonio el rechazo a escuchar la voz del Señor.
Ciertamente Dios nos habla, busca entrar en un diálogo de amor con su Pueblo, con cada uno de nosotros, busca transformar nuestras vidas por su Palabra, de modo que adquiramos los pensamientos y sentimientos del Corazón de Jesús y obremos conforme a ellos, pues he ahí el modo en que esa Palabra bendita se encarnará en nuestra vida. Sin embargo, este no es un proceso automático, si la vida divina en nosotros es un don gratuito de Dios, es necesario abrazarlo, corresponderlo, desde nuestra libertad abrir el corazón y aceptar esa Palabra que se nos da, en mucho lo que necesitamos es voluntad.
A menudo escuchamos expresiones como Dios no me escucha porque no hace lo que le pido, pero no sería mejor preguntarnos ¿cómo estoy escuchándolo yo a Él? El Señor nos habla oportunamente y busca que hagamos experiencia de su amor, Él no nos abandona al azar, decía la primera lectura que mandaba sus profetas cada día, y el salmo nos habla de como cada día es un “hoy” en el que Dios quiere que les escuchemos para que siguiendo su voz podamos gozar de la vida y del descanso de aquellos que viven con paz en el corazón.
Para escuchar es necesario en primer lugar aprender a hacer silencio ¿Cuáles son las voces que a menudo generan ruido en mi vida? Las voces externas muchas veces vienen dada por la catequesis del mundo tener dinero, vivir de placeres desordenados, sed de fama bajo un desordenado deseo de autoafirmación, consumismo y materialismo, etc. Pero hay ciertas voces que radican en nuestro interior y que también pueden generar ruido: la voz de la autosuficiencia, del que busca hacer en todo sólo su voluntad sin ni siquiera preguntarse que quisiera Dios que se hiciera; la voz autodefensa, de aquel que pretender justificarse a sí mismo, no se le puede decir nada porque para todo hay una excusa, siempre quiere tener la razón; y la voz autovictimización que siempre se perfila como el que más ha sufrido y no es capaz de salir de su dolor porque ya se ha acomodó a él, siempre quiere dar lástima y no le gusta que le hablen de que cambie sus actitudes porque esto requeriría un esfuerzo que está dispuesto a hacer, en estas tres voces vemos el primado de la autorreferencialidad, la vida se descifra sin abrirse a la voz de Dios, por eso decía el profeta que aquellos que habían cerrado su corazón se habían dejado llevar por sus malas inclinaciones.
“Cuando nos alejamos del Señor, nuestro corazón se endurece. Cuando no se escucha, el corazón se vuelve más duro, más cerrado en sí mismo, pero duro e incapaz de recibir nada; no solo cerrazón, sino dureza de corazón. Vive entonces en ese mundo, en esa atmósfera que no le hace bien. Lo aleja cada día más de Dios. Y estas dos cosas -no escuchar la Palabra de Dios y el corazón endurecido, encerrado en sí mismo- hacen perder la fidelidad: Ha desaparecido la sinceridad, y nos volvemos católicos infieles, católicos paganos o más feo aún, católicos ateos, porque no tenemos una referencia de amor al Dios vivo…¿Y esta infidelidad de que se llena? Se llena de una especie de confusión, no se sabe dónde está Dios, dónde no está, se confunde a Dios el diablo…Esa es la blasfemia, es la palabra final de este recorrido que comienza con no escuchar, que endurece el corazón, que lleva a la confusión, te hace olvidar la fidelidad, y al final blasfemas. Ay de aquel pueblo que olvida el asombro del primer encuentro con Jesús…”
Papa Francisco, homilía en Santa Marta, 23 de marzo de 2017
Es necesario acallar dichas voces y abrirnos a discernir en el contacto con la Palabra y la oración personal la voluntad de Dios, hemos de estar atentos a la voz de nuestra madre la Iglesia que nos enseña a reconocer lo que Dios nos pide aquí y ahora a cada uno, en este sentido también es importante el cultivo de amistades santas, la lectura espiritual y la vida comunitaria en las diferentes iniciativas de evangelización de la parroquia. Dios habla ¿estoy dispuestos a escuchar? Y si escucho ¿estoy dispuesto a actuar? Recordemos las palabras del salmo “Si hoy escuchas su voz no endurezcas el corazón”
Lecturas del Jueves de la III semana de Cuaresma
Jr 7, 23-28. Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios.
Sal 94. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón”
Lc 11, 14-23. El que no está conmigo está contra mí.
IMG «Curación de un endemoniado» de Sebastián Bourdon