El cuarto Domingo de cuaresma que celebramos hoy habitualmente recibe el nombre de domingo de la Alegría, puesto que las fiestas de pascua para las cuales nos hemos estado preparando a lo largo de la Cuaresma están por llegar. En las lecturas de este día encontramos la razón de la alegría de este domingo, Dios infinito en bondad y misericordia está por rescatar a su Pueblo, el Señor le ofrece la salvación, en Cristo Jesús, el Todopoderoso está por liberarlo de la historia de esclavitud y servidumbre.
Cuando en la Sagrada Escritura hemos escuchado hoy como el Pueblo de Israel habiéndose hecho sordo a la voz del Señor y olvidandole cayó presa de las naciones enemigas y fue llevado al destierro, hemos de recordar las veces en que hemos decidido alejarnos de Él para hacer nuestros caprichos cayendo en el pecado, a pesar de las advertencias del Señor, olvidándonos de Él que es nuestra vida verdadera. La esclavitud que el pecado y sus consecuencias generan en nuestra vida nos oprimen a tal punto que terminamos acostumbrándonos a vivir bebiendo de cisternas agrietadas, cuando se nos han abierto las fuentes del agua que da la vida eterna.
Los judíos, arrepentidos por su pecado en el destierro recordaban el esplendor de una Jerusalén del pasado, anhelaban con nostalgia aquellos tiempos, los cristianos peregrinos en esta tierra, al descubrirnos pecadores hacemos memoria de la misericordia infinita de Dios que se manifestó en la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, pedimos perdón por nuestro pecado y hacemos memoria de la palabra de Cristo y sus promesas, así ponemos nuestra mirada no en la nostalgia del ayer sino en la Jerusalén celeste, ponemos nuestros ojos en la eternidad de la gloria futura, en la plenitud de la obra de Cristo.
El mundo nos tienta y nos seduce muchas veces con su catequesis, parece que la satisfacción plena del hombre está en el poseer bienes materiales, cierto status en las redes sociales, en realizar ciertos viajes, en dominar y no ser dominado, etc. No importando los medios que utilice para llegar a ellos, “mientras no consiga eso no seré feliz”. Incluso, puede que estemos pasando mil tribulaciones, puede que descubramos que hemos caído en gran cantidad de pecados, puede que nos descubramos indolentes en muchas ocasiones y en otras tantas simplemente fríos o lo que es peor tibios, puede que descubra que “ya no me dan ganas” de permanecer y perseverar en la fe, “mejor tiro la toalla” “ya basta” “esto es muy dificil” “Estoy decepcionado de mí mismo” “yo quiero, pero en casa no me ayudan y me decepciono” “Yo sé que el Señor tiene razón, sé que viniendo a la Iglesia y obrando según el Evangelio soy siempre más feliz pero me duele y me da miedo verme fracasar una y otra vez” y quien sabe cuantas cosas más nos repetimos.
Si esta es tu situación quiero decirte con san Pablo en este día “Dios rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir en Cristo”. No temas hermano, esta nueva vida que Cristo nos dio mientras peregrinamos al cielo es un combate espiritual, puede ser que a veces caigamos o suframos algún golpe pero hemos de recordar que luchamos con el auxilio de la gracia. Hemos de ser fieles y constantes para que ella produzca frutos de eternidad en nosotros, por ello es importante confesarse frecuentemente, participar de igual modo de la santa Misa recibiendo la santa comunión, perseverar en nuestras asambleas y comunidades y hacer mucha oración, pero también tenemos que ejercitarnos en la práctica de obras de misericordia, en las virtudes y en todo tipo de obra buena.
Nos lanzamos a la arena de batalla contemplando a Jesús, que nos da un horizonte más amplio y feliz. El Señor nos lleva a poner la mirada en aquello que no acaba, en la vida eterna, la felicidad eterna, el amor eterno. No es una utopía, no es una mentira, Dios no nos engaña. El Padre envió a su Hijo Único al mundo para salvarnos, para que todo aquel que crea en Él tenga vida eterna. Yo te pregunto ¿lo habría hecho si fuera una realidad inalcanzable?
Cuando descubras tu debilidad, cuando descubras tu flaqueza, cuando contemples tu miseria, no te escandalices ni desanimes, antes bien cambia tu mirada de dirección, entra en la conversión, ven de las tinieblas a la luz. Así como los israelitas contemplando la serpiente que Moisés alzó en el desierto eran curados de las picaduras, así serás curado si contemplas a nuestro amado redentor Crucificado, contemplalo de modo especial en la mano del sacerdote que se eleva y traza sobre nosotros el signo de la Cruz al darnos la absolución de nuestro pecados y goza del perdón y la paz.
En este domingo de Laetare, de la alegría, ante la proximidad de las fiestas de la pascua, volvamonos al Señor, retomemos nuestra vida cristiana siendo fieles a la gracia que nos ha dado, es más, busquemos ser aún mejores cristianos y con nuestro ánimo renovado demos gloria a Dios que ha tenido compasión de nosotros.
IMG: «Alzamiento De la Cruz» de Sebastiano Manzzoni
II Crónicas 36:14-17, 19-23. La ira y la misericordia del Señor serán manifestadas en el exilio y en la liberación del pueblo.
Salmo 137, 1-6. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti
Efesios 2:4-10. Muertos por los pecados, estáis salvador por pura gracia
+ san Juan 3:14-21. Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por Él