Apuntes sobre la Conversión Pastoral

La conversión pastoral es un elemento programático del Papa Francisco como el mismo lo dice en Evangelii Gaudium y que conlleva en primer lugar redescubrir la misión como una actitud de vida la Iglesia y de todo cristiano. Surge de la contemplación de la Iglesia ideal y la Iglesia real de modo que para ser fiel a su misma vocación evangelizadora ella se siente llamada a la renovación, esto genera un sentido misionero paradigmático, es la adopción de la misión como una actitud permanente

“La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad” (Evangelii Gaudium n.27)

En la formación de la conciencia misionera de la Iglesia tiene un rol particular la parroquia por su plasticidad y presencia en medio de la comunidad.

“La parroquia no es una estructura caduca; precisamente porque tiene una gran plasticidad, puede tomar formas muy diversas que requieren la docilidad y la creatividad misionera del Pastor y de la comunidad. Aunque ciertamente no es la única institución evangelizadora, si es capaz de reformarse y adaptarse continuamente, seguirá siendo «la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas». Esto supone que realmente esté en contacto con los hogares y con la vida del pueblo, y no se convierta en una prolija estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos. La parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración. A través de todas sus actividades, la parroquia alienta y forma a sus miembros para que sean agentes de evangelización. Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero.” (Evangelii Gaudium n. 28) 

Las comunidades y otras formas de asociación de fieles son un tesoro valioso incorporadas en la pastoral orgánica de la parroquia ya que de otro modo corren el riesgo de parcializar el Evangelio convertirse en “nómadas sin raíces” (Evangelii Gaudium 29) La parroquia hoy en día es sobre todo una “una comunidad de adopción” “un contexto humano” donde se desarrolla la vida del cristiano, no está ligado ni su acción se reduce sólo al territorio sino que ejerce su labor evangelizadora, celebrativa y misionera a donde quiera que se mueve uno de sus miembros (Cf. Instrucc. Conv. Past. N.18-19)

La misión implica el deseo de comunicar la alegría de Jesucristo de modo especial en las periferias existenciales, donde falta la luz y vida del resucitado, para esto el Papa exhorta a las diocesis (por ende también a las parroquias) a un proceso de “discernimiento, purificación y reforma” (Evangelii Gaudium 30) Para ello son útiles las estructuras de participación (consejos y pastorales) que no tienen como objetivo la mera organización de tareas sino el sueño misionero de llegar a todos.

“La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así». Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. Una postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía. Exhorto a todos a aplicar con generosidad y valentía las orientaciones de este documento, sin prohibiciones ni miedos. Lo importante es no caminar solos, contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral.” (Evangelii Gaudium n.33)

La conversión pastoral de la parroquia tiene como fin lograr que la parroquia sea red de comunidades y grupos, “logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión. Desde la parroquia, hay que anunciar lo que Jesucris- to “hizo y enseñó” (Hch 1, 1) mientras estuvo con nosotros. Su Persona y su obra son la buena noticia de salvación anunciada por los ministros y testigos de la Palabra que el Espíritu suscita e inspira.” (Aparecida n.172) Es ahí donde se produce el encuentro con Cristo en medio de lo ordinario de la vida de nuestras comunidades, ahí se conoce a Dios y su voluntad, por ello también  ella es maestra de oración y escucha de la Palabra. “Toda parroquia está llamada a ser el espacio donde se recibe y acoge la Palabra, se celebra y se expresa en la adoración del Cuerpo de Cristo, y, así, es la fuente dinámica del discipulado misionero. Su propia renovación exige que se deje iluminar siempre de nuevo por la Palabra viva y eficaz.”  (Aparecida n.172)

Nuestro Plan Pastoral Arquidiocesano en San Salvador nos recuerda que la conversión pastoral es una de las actitudes para responder a los problemas que nos plantea la actualidad, así como tiene a la misión como eje transversal de todo el actuar pastoral de la Iglesia; de modo que podamos posibilitar un proceso evangelizador que se llevaba a cabo en tres grandes etapas: Misionera (primer anuncio), Catequética (desarrollo de la vida de fe) y Apostólica (servicio). El sentido de misionaridad que supone la renovación eclesial no se acaba con un primer anuncio, sino que es un eje transversal que atraviesa todas las acciones pastorales de la parroquia, de modo que la alegría del encuentro con Cristo sea el fundamento y motor que impulsa el crecimiento en la fe, es decir, el itinerario de santidad de vida del cristiano para mayor gloria de Dios, sabemos que el desarrollo de ese itinerario de vida se da de modo gradual (un paso a la vez), integral (comprendiendo dimensión humana y espiritual) y sistemático (de modo ordenado).

De ahí que la pastoral de misión permanente (Equipos misioneros parroquiales) en colaboración con las diferentes pastorales y comunidades de vida colabora de modo especial a mantener vivo el espíritu misionero a través de las diferentes fases que se viven en todo este proceso.

La conversión pastoral es un proceso que pone a la parroquia en estado permanente de renovación desde su caracter misionero, desde su anhelo profundo de compartir la alegría de haber encontrado la vida plena en Cristo. El hombre que se reconoce amado por el Señor no puede querer sino que Él sea conocido, amado y servido, no anhela sino la glorificación de Dios y ahí es donde descubre su vida verdadera.  

Pero hemos de recordar que la opción misionera de la Iglesia no se concretiza sólo en un transformación de sus estructuras internas sino que implica una reforma de vida del propio cristiano de modo que en todo lugar a través de sus actitudes y comportamientos concretos manifiesta al mundo la llegada del Reino de Dios, tarea de un modo especial de los laicos que transforman el mundo desde dentro, es decir que en las comunidades donde vive un cristiano (o varios) se ha de expresar una vida enraizada en el amor de Cristo, según el espíritu de las Bienaventuranzas, es ése cambio de vida lo que mejor contribuye a la misión de la Iglesia. Son los fieles laicos los que están en “la línea más avanzada de la Iglesia” diría Pio XII. Recordemos que la inmensa mayoría de nuestros parroquianos viven según esta vocación, la meta de la misión es también  redescubrir el modo en que desarrollan este anuncio de Jesucristo desde su vocación particular.

“los fieles laicos, «son llamados por Dios para contribuir, desde dentro a modo de fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas, guiados por el espíritu evangélico, y así manifiestan a Cristo ante los demás, principalmente con el testimonio de su vida y con el fulgor de su fe, esperanza y caridad»(Lumen Gentium n.31)…«La unidad de vida de los fieles laicos tiene una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional y social ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres, llevándoles a la comunión con Dios en Cristo» (Christi Fidelis Laici n.17)

*Notas con ocasión de una formación con el equipo de Pastoral de Misión Permanente de la parroquia Santa Alicia, Altavista.