La Sagrada Escritura en este día nos invita a renovar nuestro vigor en el camino de la fe, de modo que todo nuestro obrar esté fundamentado en una sólida vida interior, sólo así viviremos lo que el apóstol Santiago llamaba “la auténtica religiosidad”.
La primera lectura nos presenta una afirmación impresionante y llena de un gran significado, se nos dice hablando de los preceptos del Señor que ellos son “la sabiduría” y “la inteligencia” de Israel frente a los demás pueblos, y sabemos que la Ley ante todo es la Palabra de Dios que se comunica, que se revela, que se manifiesta a su pueblo, es más, si tenemos presente que “sabiduría” para los antiguos era entendida como “el arte de vivir”, podemos concluir que en aquella expresión se está diciendo que la Palabra proclamada por Dios es el camino de la vida del hombre, es ahí donde descubre a su Señor y donde se descubre a sí mismo, y esa Palabra sabemos se ha hecho carne y como dice san Juan “puso su morada entre nosotros” en Cristo Jesús, Él es nuestra sabiduría, Él nos enseña a vivir, de su costado abierto ha brotado la vida nueva, en Él que es la Palabra de Dios encarnada el hombre descubre a Dios y a sí mismo.
Ahora bien, las enseñanzas del Divino Maestro no son meros formalismo externos, no sólo es un cambio de comportamientos exterior, sino que implica una profunda renovación interior, el hombre que vive según la Palabra del Señor no se deja llevar por meras tradiciones humanas como los escribas y fariseos que recriminaba Jesús, sino que descubre en la Tradición de la Iglesia forjada por el Espíritu Santo la verdadera fe que dará como fruto una vida en la gracia de Dios. Distinguimos “tradiciones” (“t” minúscula) de “Tradición” (“T” mayúscula), las primeras pueden ser formalismos o costumbres que cambian con el paso del tiempo y del espacio, en cambio la segunda es el medio por el cual la Palabra de Dios nos ha sido transmitida por la Iglesia, a través de la enseñanza de los sucesores de los apóstoles y que está animada por el mismo Espíritu que inspiró la Sagrada Escritura.
Lo decían los obispos en el Concilio Vaticano II “la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación” (Dei Verbum 9)
Es importante recordar una y mil veces, la vida espiritual encuentra su fundamento en el diálogo corazón a Corazón con Dios somos purificados interiormente, una sólida vida de oración se traducirá en un aprovechamiento mejor de la gracia de los sacramentos y de una práctica cada más fervorosa de las virtudes lo cual nos llevará a tener como resultado no un mero cambio actitudinal sino un cambio total de vida, ahí es donde de verdad vivirá la auténtica religiosidad que se traduce en obras de misericordia, ahí es donde las palabras de nuestra boca y el obrar de nuestras manos serán expresión de un corazón que vive del Amor divino.
“La vida interior es primordial. La vida activa es consecuencia de la vida interior, y no tiene valor más que si depende de ella. Quisiéramos hacerlo todo lo mejor posible, con perfección. Pero si la acción no está ligada a la vida interior, no sirve para nada…Ante todo y por encima de todo, debemos profundizar en la vida interior. Si verdaderamente todo se juega en la vida espiritual, son necesarios los medios sobrenaturales. La oración, la oración y solamente la oración es lo único necesario para mantener la vida interior y su desarrollo; es necesario el recogimiento interior. No nos inquietemos por cosas innecesarias, sino que, suavemente y en la paz, procuremos guardar el recogimiento del espíritu y estar disponibles a la gracia de Dios. Para eso nos ayuda el silencio” San Maximiliano María Kolbe, Conversaciones espirituales inéditas.
Que el Señor nos conceda la gracia en este día de saber aprovechar las diferentes ocasiones para formar el corazón, particularmente las visitas al Santísimo en la Capilla recién inaugurada, de modo que podamos producir frutos de amor en actitudes y comportamientos concretos
• Dt 4, 1-2.6-8. No añadáis nada a lo que yo os mando… observaréis los preceptos del Señor.
• Sal 14. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
• St 1, 16b-18.21b-22.27. Poned en práctica la palabra.
• Mc 7, 1-8.14-15.21-23. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.
IMG: «Obras de Misericordia: dar de comer al hambriento» de Antonio Canova