Cristo Rey

La Solemnidad de Cristo Rey del Universo, fue propuesta por el Papa Pío XI a inicios de siglo XX, justo cuando la primera guerra mundial evidencio la caída de grandes imperios que cedieron luego del desgaste del conflicto, la intención del santo Padre por un lado fue la de recalcar que aunque los imperios y reinos de este mundo nacen y perecen, el reinado de Jesucristo, Nuestro Dios y Señor, es eterno, no perece, Cristo vence, Cristo impera y Cristo Reina Siempre.

Este domingo nos recuerda que la Iglesia en cuanto continuadora de la misión de Cristo no puede dejar enseñar, regir y conducir a los hombres la felicidad eterna propia del Reino de los cielos, asimismo recuerda a todos aquellos que tienen un rol de autoridad que hay un supremo juez al cual habrán de rendir cuentas de sus acciones, y recuerda a los cristianos en general que el Señor ha de reinar en su inteligencia cada vez que con fe asienten a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo; ha de reinar en su voluntad, cada vez que hacen de la fe creída una vida en Cristo, que es lo mismo que decir una fe vivida; ha de reinar en el corazón, nunca anteponiendo ningún afecto terreno al Señor sino amarlo a Él por sobre todas las cosas; ha de reinar también en el cuerpo el cual es el mejor aliado en el combate espiritual para la santificación del hombre.

Los bautizados conformamos el reino sacerdotal de Cristo, y como tales, buscamos con sacrificios agradables a Él transformar la realidad comenzando por nuestras vidas, nada cambia tanto como cuando yo cambio primero, y es en esa conversión que el Reino se va extendiendo, así lo entendieron los primeros cristianos.

“Que el ojo no mire nada malo, y ha tenido lugar un sacrificio; que la lengua no diga nada vergonzoso y ha acontecido una ofrenda; que la mano no haga nada contrario a las leyes, y ha sucedido un holocausto. Esto no es suficiente, sin embargo, es necesario además que nosotros hagamos buenas obras para que la mano haga limosna, la boca alabe a los ofendidos, y el oído escuche constantemente las lecturas divinas” (san Juan Crisóstomo)

Las transformación de la sociedad comienza por la conversión del corazón, de modo que nuestras colaboración a la extensión de la justicia y la paz de Cristo no sea simplemente algo superficial sino que se encuentre arraigado en la experiencia un encuentro personal de amor con Él. Por eso el Reino de Cristo no es de este mundo como le dijo a Pilatos.

En la escena del pretorio que encontramos en el Evangelio vemos al Señor como testigo de la verdad entre dos mentiras: la de las autoridades de los judíos que buscaban acusarle para matarle dando falso testimonio y la que envolvía la actitud del Procurador romano que lavándose las manos condena al que sabe es inocente. La verdad de Cristo es la manifestación de Dios a los hombres y de lo que Dios ha pensado para el hombre, hacerlo hijo suyo partícipe de su Reino de gloria, felicidad, justicia y paz, los que son de Cristo escuchan su voz y la comprenden, como la oveja reconoce la voz del pastor, pero los que no son de Cristo se dejan llevar por la doctrina de los reinados de este mundo, que frágiles tarde o temprano caen y perecen, mientras los que han construido su casa sobre la roca verán el triunfo definitivo del Señor.

“Jesús hoy nos pide que dejemos que Él se convierta en nuestro rey. Un Rey que, con su palabra, con su ejemplo y con su vida inmolada en la Cruz, nos ha salvado de la muerte, e indica —este rey— el camino al hombre perdido, da luz nueva a nuestra existencia marcada por la duda, por el miedo y por la prueba de cada día. Pero no debemos olvidar que el reino de Jesús no es de este mundo. Él dará un sentido nuevo a nuestra vida, en ocasiones sometida a dura prueba también por nuestros errores y nuestros pecados, solamente con la condición de que nosotros no sigamos las lógicas del mundo y de sus «reyes».” (Papa Francisco, Angelus del 25 de noviembre de 2018)

Lecturas:

-Dn 7, 13-14. Su poder es un poder eterno.

-Sal 92. El Señor reina, vestido de majestad.

-Ap 1, 5-8. El príncipe de los reyes de la tierra nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios.

-Jn 18, 33b-37. Tú lo dices: Soy rey.

IMG: «Cristo ante Poncio Pilato» de Mihaly von Munkacsy