Al encuentro con María

Ante la cercanía del día de Navidad, la Sagrada Liturgia nos va invitando a meditar en los acontecimientos cercanos que rodearon el nacimiento del Redentor, de un modo especial vemos a ahora María santísima visitando a su prima santa Isabel.

La escena nos presenta la prontitud en el servicio de la Madre de nuestro Salvador, ella se pone en camino ante la palabra del ángel, también la intervención profética de Juan el bautista que ante la presencia de Jesús salta de contento en el vientre de Isabel ante la llegada del Señor, asimismo descubrimos la palabra gozosa que sale de sus labios proclamando la grandeza de la obra de Dios en María y la recompensa de su fe, todo por el hecho de haber entrado en la obediencia a la Palabra.

María santísima, una muchacha sencilla y humilde, nos recuerda a la misma ciudad de Belén en la cual nacería Jesús, la pequeñez es la característica que marca la elección del Señor, pues el mismo se presenta de tal manera, “cuanto hicieron con uno de estos más pequeños mis hermanos, conmigo lo hicieron” dirá en el capítulo 25 de san Mateo, de hecho, podríamos enumerar cinco características del rey anunciado por el profeta Miqueas: su origen es humilde, pertenece al linaje de David, con su llegada Dios visita a su pueblo y lo congrega terminando la situación de abandono y dispersión típica del exilio, por esto mismo se manifiesta que todo es obra del Altísimo, el fin de su llegada es instaurar la paz. De ahí que podríamos concluir que estas mismas características anuncian la presencia de Cristo en una comunidad, familia o en el corazón de un persona: ésta se presenta con humildad y sencillez, valora sus antepasados y su historia vista desde la perspectiva de la misericordia, siempre busca edificar, construir y en medio de un conflicto siempre llama a la unidad e intenta conducir a la paz.

La pequeñez también es sinónimo de alguien que no está lleno de soberbia y vanidad, sino que es capaz de abrirse a uno que es más grande, es la característica del hombre humilde que sabe entrar en la voluntad de Dios, que sabe decir con Jesús “Aquí estoy, para hacer tu voluntad” confiando con total entrega en la palabra del Padre, que en su amor misericordioso sólo busca para nosotros el bien. Jesús nace en Belén en obediencia al plan de salvación, así lo profesamos en el credo “por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajo del cielo”.

María santísima en este domingo nos enseña como viven aquellos que buscan ser auténticos discípulos de Jesús, son los pequeños del Señor que anhelan siempre que la voluntad del Padre se cumpla, “así en la tierra como en el cielo”, su verdadera dicha por tanto esta en creer en la palabra que el Señor les anuncia, recordemos María es figura de la Iglesia, por eso en ella contemplamos lo que Dios obra en el alma de todos los cristianos cuando caminan en fidelidad, reciben la Palabra en su interior, esa Palabra da frutos de gozo y esperanza incluso en la situación más adversas y dificil de comprender como fue el embarazo virginal de María, siendo en primer lugar, fuente de dicha para el creyente y luego también para aquellos que admiran las maravillas que Dios obra en él. Esa Palabra transforma la realidad en donde llega más allá de lo que uno puede percibir, sus efectos se prolongan hasta la eternidad. Esa Palabra es Cristo que hace del discípulo que le recibe un auténtico misionero de su amor que transforma todo lo que toca.

Que por intercesión de la nuestra Buena Madre podamos adquirir la docilidad de corazón que necesitamos para dejar que el Espíritu Santo forme en nosotros a Cristo Jesús y así ser verdadero agentes de cambio en nuestra sociedad, recordemos las palabras del Papa Francisco que nos dice: “María camina, encuentra y se alegra porque llevó algo más grande que ella misma: fue portadora de una bendición” En esta navidad llevemos nosotros esa bendición que es Cristo a todos los que encontremos por nuestro camino.

Lecturas

Mi 5, 1-4 “De tu saldrá el jefe de Israel”

Sal 70, 2-3. 15-16. 18-19 “Señor, muéstranos tu favor y sálvanos”

Hb 10, 5-10 “Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad”

Lc 1, 29-45. “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?”

IMG: «Visitación» de Domenico Ghirlandaio