Clamando la bendición del Señor

Al finalizar el año civil, la Iglesia nos invita a celebrar las primeras vísperas de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, es hermoso contemplar en la conclusión de la octava de navidad a nuestra Buena Madre, por medio de ella nos ha llegado la bendición fuente de todas las bendiciones, nuestro Señor Jesucristo, así al concluir un año e iniciar uno nuevo es maravilloso recordar que no estamos desamparados en el camino de la vida, que hay un Dios y Señor que nos ama tanto que ha querido hacerse hombre como nosotros para que nosotros podamos gozar de su vida divina, y por tanto a cada paso del camino nos asegura los medios necesarios para adquirirla, conservarla, recuperarla si la hemos perdido y crecer en ella.

En este sentido el texto del libro de los Números es clave porque nos recuerda que es lo verdaderamente importante

“Esta perícopa no tiene relación alguna con lo que precede y lo que sigue. Pero es uno de los pasajes más hermosos del Pentateuco. Por la mañana y por la tarde, el sacerdote ofrecía el incienso en el altar de los perfumes, y al salir bendecía al pueblo. La fórmula de bendición no pide los bienes materiales, que en Lv 26, 1ss se prometen a los observantes de la Ley; lo único que se pide es la gracia de Dios, la benevolencia y la paz y la bendición. En estos bienes están comprendidos todos los que a Dios podemos pedir. Nos traen a la memoria las palabras de San Pablo: «Él reino de Dios no consiste en comida ni en bebida, sino en la justicia, la paz y el gozo del Espíritu Santo.» La fórmula de la bendición recalca la idea de plenitud y perfección al repetirse tres veces el nombre de Yahvé…La faz de Yahvé que resplandece sobre el fiel israelita equivale a su benevolencia, y consecuencia de ella la paz, que es el resumen de todas las otras bendiciones materiales y espirituales; por eso el reino mesiánico es presentado ante todo como un reino de paz. El nombre de Yahvé debe ser invocado por los sacerdotes sobre el pueblo (v.27), no como mágico talismán, sino como símbolo de las buenas relaciones de Yahvé con su pueblo, que es su posesión. Por otra parte, el nombre simboliza la persona, y así el nombre de Yahvé es el símbolo de lo que el Dios de Israel ha sido en la historia para su pueblo.” Comentario Bíblico de la BAC

Al reunirnos esta noche junto a María santísima en oración en la santa Misa venimos con un corazón agradecido por las bondades que hemos contemplado del Señor en el año que termina, y venimos a clamar su bendición para el nuevo que comienza, nuestra mirada está puesta en Él, un nuevo año es una nueva oportunidad de reafirmar nuestro camino de conversión en actitudes y comportamientos concretos, nos confiamos a la Divina Providencia sabiendo que el Señor es el que lleva el control de la historia, que su amor nos sostiene en nuestro diario caminar.

Más que sacar maletas para darle vuelta a la cuadra esperando viajar por el mundo, nosotros recordamos que somos peregrinos que van hacia la patria celeste, ese es el santo viaje en el que nos encontramos; más que brindar con champán costoso o bebidas espiritosas o comer suculentos banquetes nosotros anhelamos alzar el caliz de la salvación en el banquete del Reino junto a los angeles y santos; más que pensar en supersticiones para atraer dinero nosotros hemos de pensar como administrar lo que tenemos para hacer el bien a los demás en obras de misericordia; más que pensar en consumir doce uvas a medianoche, nosotros buscamos encontrar los medios oportunos para permanecer y perseverar constantes en la vida de fe en los doce meses del año.

“Hoy celebramos al Hijo de Dios, el Bendito por naturaleza, que viene a nosotros a través de la Madre, la bendita por gracia. María nos trae de ese modo la bendición de Dios. Donde está ella llega Jesús. Por eso necesitamos acogerla, como santa Isabel, que la hizo entrar en su casa, inmediatamente reconoció la bendición y dijo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!» (Lc 1, 42). Son las palabras que repetimos en el Avemaría. Acogiendo a María somos bendecidos, pero también aprendemos a bendecir. La Virgen, de hecho, enseña que la bendición se recibe para darla. Ella, la bendita, fue bendición para todos los que la encontraron: para Isabel, para los esposos de Caná, para los Apóstoles en el Cenáculo… También nosotros estamos llamados a bendecir, a decir bien en nombre de Dios. El mundo está gravemente contaminado por el decir mal y por el pensar mal de los demás, de la sociedad, de sí mismos. Pero la maldición corrompe, hace que todo degenere, mientras que la bendición regenera, da fuerza para comenzar de nuevo cada día. Pidamos a la Madre de Dios la gracia de ser para los demás portadores gozosos de la bendición de Dios, como ella lo es para nosotros.” Papa Francisco, 1 de enero 2021

IMG: «Madonna col Bambino» di Pompeo Batoni