Oración inicial. Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar nuestra reunión, pedimos la luz del Espíritu Santo para acercarnos a la Sagrada Escritura, solicitamos la gracia de un corazón dócil y un oído atento para vivir con fruto este momento.
1. Celebración de la Palabra
• Is 62, 1-5. La alegría que encuentra el esposo con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.
• Sal 95. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
• 1Co 12, 4-11. El mismo y único Espíritu reparte a cada uno como a él le parece.
• Jn 2, 1-11. En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos.
Eco de la Palabra:
-¿Qué dice el texto? ¿Qué me dice el texto?
-Auténtico, Breve y Cristocéntrico
– Algunas preguntas para suscitar el diálogo (¿qué me dice el texto):
En ocasiones así como se dice de Sión que un tiempo se conocía como “abandonada” y “devastada”, también el cristiano puede experimentar esta desolación a causa del pecado o de las dificultades del día a día ¿En qué ocasiones he hecho experiencia de esto yo? ¿cómo se manifiestan en concreto en mi vida? ¿Qué experimento cuando esucho la promesa que gracias a la alianza con Dios mi alma puede ser llamada por Él “Mi predilecta” o “desposada”?
San Pablo habla de los diversos carismas (gracias al servicio de la comunidad) en la vida de la Iglesia ¿cuáles son las carismas que veo en mí? ¿cómo se ponen al servicio de la comunidad cristiana en el apostolado? ¿cuáles son mis apostolados?
María va en busca de Jesús porque los esposos no tienen vino, éste es símbolo de la alegría, ¿cuáles son “Los vinos” que busco? ¿cuándo me experimento “falto de vino”? ¿qué hago para buscarlos?
2. Catequesis
Dentro de la Sagrada Escritura es maravilloso contemplar como a través de los profetas la alianza del Señor con su Pueblo es comparada con el matrimonio. Las palabras de Isaías denotan cierta inquietud y ansía ante una nueva realidad que se avecina, como un amanecer que se levanta, su corazón parece estallar de alegría cuando dice “por amor de Sión no callaré” y comienza a pronunciar una serie de elogios sobre Jerusalén (Sión). La ciudad santa será como una corona de gloria en la mano de Yahvé (ν. 3), como objeto de su predilección, y resplandecerá como una diadema real ante los otros pueblos, pasa a ser considerada como una esposa, palabras que expresan la grandeza del amor de Dios hacia su Pueblo. Luego de las invasiones y la destrucción que sufrió la ciudad santa que terminó en el exilio de sus habitantes fue esta considerada como Desamparada y Desolada, pues no más, la realidad cambiará, ahora se la llamará “Mi complacencia” y “Desposada” ya qué Yahvé mismo será su esposo. Esta imagen del desposorio es común en la literatura profética a partir de Oseas (Cf. Os 1, 3) para designar la alianza con Dios.
Israel en el desierto fue desposada con Yahvé por la alianza mosaica, aunque por su pecado yendo tras alianzas con otras naciones se olvidó de su Señor como quien olvidándose de su esposo comete adulterio, esta es la situación del hombre cuando dejándose llevar por el pecado se aparte del amor de Dios, se engaña yendo tras falsas promesas de felicidad que vienen de situaciones, cosas o incluso afectos desordenados que no lograrán nunca saciarle, a lo sumo empacharán, pero nunca nutrirá ni saciará, es más acaba en desánimo y malestar. Isaías canta de alegría anticipando la vuelta del exilio, cuando Dios les hace volver del destierro es como si se volviesen a desposar con Él al hacer experiencia de su amor, la relación va marcada por una mayor estrechez y cercanía, la alianza es renovada, la alegría que encuentre el joven esposo con su esposa es un signo de la alegría mutua que hay entre aquellos que entrando en la voluntad de Dios viven en una alianza de amor estrecha con Él.
“La alianza nupcial entre Dios y su pueblo Israel había preparado la nueva y eterna alianza mediante la que el Hijo de Dios, encarnándose y dando su vida, se unió en cierta manera con toda la humanidad salvada por Él, preparando así «las bodas del cordero» (Ap 19, 7.9).” (Catecismo de la Iglesia Católica 1612)
La presencia de Jesús en las bodas de Caná que reflexionamos hoy no sólo constituyen una epifanía, una manifestación de Jesús como Mesías y Salvador, sino que a su vez ha sido vista en la Iglesia como signo de la bondad del matrimonio el cual Cristo santifica con su presencia, recordemos la Biblia comienza con una pareja Adán y Eva y culmina con otra el Cordero y la Jerusalén celeste, de hecho la Liturgia Matrimonial dice que la unión del hombre y la mujer “establecida desde el principio”…goza de “la única bendición que no fue abolida por el pecado original, ni por el castigo del diluvio” para denotar como en el plan de Dios el matrimonio tiene una santidad tal que convertido en signo de la caridad de Dios consagra el amor humano por medio de Cristo.
“En el umbral de su vida pública, Jesús realiza su primer signo – a petición de su Madre – con ocasión de un banquete de boda (cf Jn 2, 1-11). La Iglesia concede una gran importancia a la presencia de Jesús en las bodas de Caná. Ve en ella la confirmación de la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo eficaz de la presencia de Cristo.” (Catecismo de la Iglesia Católica 1613)
La alianza matrimonial es por eso signo del amor entre Dios y su Pueblo, la donación total que marido y mujer hacen mutuamente de sí el uno al otro manifiestan la entrega total que implica el amor entre Cristo y su Iglesia, de Modo que las propiedades del matrimonio, a saber, su unidad e indisolubilidad, también transparentan el estrecho vinculo de amor perenne que se establece entre Cristo esposo y la Iglesia esposa, este vínculo no admite ser compartido, bien lo decía el Señor en el Evangelio “no se puede servir a dos Señor” (Mt 6, 24) de ahí que la exclusividad del matrimonio refleja de algún modo también aquel “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt 6, 4) ; los fines del matrimonio: el bien de los esposos y la procreación y educación de los hijos también manifiestan como Cristo colma de bendiciones a su Iglesia al mismo tiempo que ésta busca la glorificación de su Amado al que quiere conocerle, amarle y servirle cada vez más y mejor; asimismo como el fruto de la unión conyugal es una nueva vida que se contempla en el hijo, de igual modo la unión entre Cristo esposo y la Iglesia esposa da luz a los hijos de Dios. Y sabemos que lo que se dice de la Iglesia se dice de cada uno de los cristianos que la conforman.
De ahí el porqué no obstante las dificultades que pueden surgir en la convivencia del día a día entre quienes deciden hacer una vida juntos, la Iglesia invita a ver en el sacramento del matrimonio la bendición del Señor sobre aquellos que buscan vivirlo según su voluntad, encontrando en él una fuente de dicha y santidad, es signo y comunicación de la gracia de Dios.
“(Cristo) Viniendo para restablecer el orden inicial de la creación perturbado por el pecado, da la fuerza y la gracia para vivir el matrimonio en la dimensión nueva del Reino de Dios. Siguiendo a Cristo, renunciando a sí mismos, tomando sobre sí sus cruces (cf Mt 8, 34), los esposos podrán «comprender» (cf Mt 19, 11) el sentido original del matrimonio y vivirlo con la ayuda de Cristo. Esta gracia del Matrimonio cristiano es un fruto de la Cruz de Cristo, fuente de toda la vida cristiana.” Catecismo de la Iglesia Católica 1615
Por último, no podemos obviar en el pasaje del Evangelio de las bodas de Caná el rol y la presencia de María santísima en aquella ocasión, sus palabras han sido vistas como el claro ejemplo de su rol de intercesora en favor de todos los hombres, ella busca que Cristo transforme la tristeza fruto del pecado en la alegría de la vida eterna. Sus palabras “no tienen vino” que a simple vista podrían pasar como un mero comentario informativo, al ser vistas en el contexto del pasaje evangélico denotan más bien el profundo conocimiento que María tenía del corazón de su Hijo, puesto que su expresión “hagan lo que Él les diga” a los servidores del banquete parece mitad orden, mitad consejo, ella actúa llena de confianza esperando una respuesta que no tardará en llegar.
“…las palabras que María dirige a los sirvientes vienen a coronar el marco conyugal de Caná: «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5). También hoy la Virgen nos dice a todos: «Haced lo que os él os diga». Estas palabras son una valiosa herencia que nuestra Madre nos ha dejado. Y los siervos obedecen en Caná. «Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala». Ellos lo llevaron» (Jn 2, 7-8). En este matrimonio, realmente se estipula una Nueva Alianza y la nueva misión se confía a los siervos del Señor, es decir, a toda la Iglesia: «Haced lo que él os diga». Servir al Señor significa escuchar y poner en práctica su palabra. Es la recomendación simple y esencial de la Madre de Jesús, es el programa de vida del cristiano.” Papa Francisco, 20 de enero 2019
3. Edificación espiritual
- ¿Qué aprendí en esta catequesis?
- ¿Cuál ha sido mi experiencia del matrimonio? (considérese el de los propios padres o el propio) ¿Percibo el matrimonio como un mero contrato o lo vemos como una “comunidad de vida y amor”?
- ¿Qué cosas me parecen difíciles de la vida matrimonial? (en caso de estar casados ¿cómo los resolvemos?) ¿cuáles son las alegrías que conlleva la vida del matrimonio?
- ¿Cuáles son los principales obstáculos que se ven hoy en día de cara al matrimonio? ¿por qué creo que la gente no se casa tan seguido prefiere acompañarse? ¿cómo tratamos a los hermanos que viven en una situación irregular?
- Al considerar al matrimonio como un sacramento instituido por Cristo y por tanto un medio eficaz por el que se comunica la gracia ¿qué estoy dispuesto a hacer para prepararme a él o para vivirlo mejor? El Papa Francisco recomienda siempre tener presente tres palabras: perdón, gracias y permiso.
- ¿Qué papel juega la santísima Virgen María en mi vida? ¿busco seguir su consejo?