Él va primero

La Liturgia de la Palabra de este domingo nos presenta una serie de temáticas en base a las
cuales podríamos hacer nuestra meditación, la perseverancia en la fe no
obstante las persecuciones que vivieron los apóstoles, la confianza en la
Divina Providencia que nos recuerda el salmista, la preciosa y rica liturgia
celestial que nos presenta el Apocalipsis, la maravillosa escena del encuentro con
el Resucitado y la pesca milagrosa, así como la confesión de amor de Pedro y su
seguimiento de Cristo hasta el martirio.

Sin embargo, en medio de todo esto, les propongo descubrir un hilo conductor en
medio de hermoso entramado: la primacía de Dios. ¿Qué es lo que mueve a los apóstoles
a dar testimonio hasta sufrir? El hecho de que Dios va primero ¿Qué mueve al
salmista a confiar en el Señor? El hecho de que Dios va primero ¿Qué mueve a todos
los seres que aparecen en la visión del apocalipsis a entonar un canto? El hecho
de que Dios va primero ¿Qué mueve a los apóstoles a juntarse a la orilla de la
playa o a Pedro a dar tales respuesta ante la preguntas de Jesús? El hecho de
que Dios va primero. Esta primacía de Dios es lo que da el tono a la vida del
cristiano.

Dolorosamente atestiguamos hoy en día cuantas veces el Señor no ocupa
el primer puesto, podríamos contemplar para muestra el modo en que tantos niños
son criados en medio de cuidados de salud, educación, deportes, etc. Pero en el
que la transmisión y formación en la fe pasa a un segundo plano. Los
sacramentos que debería marcar su vida y un encuentro personal con Cristo se
convierten en ocasión simplemente de fiestas superficiales, papás que buscan no
padrinos que sean un testimonio de fe para sus hijos sino compadres con los
cuales congraciarse. El vida religiosa se convierte en un compromiso con el
cual hay que salir al paso y no en una verdadera relación con el Señor. No se
les enseña a orar ni los rudimentos básicos de la fe, basta ver cuantos niños
llegan a la catequesis básica sin saberse persignar. ¿Qué puesto ocupa Dios en
esas familias? Pero demos otro paso, cuantos que perseveran en diferentes
iniciativas pastorales, que podríamos decir “están en los caminos del Señor”
realmente no siguen al Señor por el camino, sería interesante realizar una
estadística y consultar ¿qué tanto tiempo dedicamos a la oración? Y me refiero
al diálogo íntimo y sincero con Dios, a ese estar corazón a corazón con quien
sabemos nos ama, ¿realmente puedo decir que la oración en mi vida es como la
respiración de mi alma?

La valentía de los apóstoles para dar testimonio les vino de pasar tiempo con el
resucitado, de permanecer a su lado, de vivir en la comunión de los hermanos en
la Iglesia, de seguir a Pedro ya no para retomar las redes en busca de proyectos
personales en los que Dios no cuenta y en los cuales no hay fruto, sino para
lanzar la red a la derecha siguiendo la orientación de Cristo y descubrir la grandeza
de lo que su seguimiento va haciendo en nuestra historia. Poner a Dios por
primero supone tener en nuestra mente siempre esa pregunta que Jesús hizo al apóstol
cuando le dijo ¿me amas más que estos? Cuando todos parecen desanimarse, cuando
parece que sólo tú asumes tu responsabilidad, cuando tienes la tentación de
tirar la toalla, cuando parece que la cruz se hace más pesada y la solución
aparente es dejarte llevar por la mundanidad, ahí recuerda la pregunta de Jesús,
¿me amas más que estos? Y con corazón sincero únete a Pedro en la confesión de
su amor y síguele.

Si quieres irte detrás del mundo, descubrirás como el mundo te pide la vida y no
te da nada a cambio, si quieres seguir la vía del mal descubrirás como el
diablo mal paga a quien bien le sirve, pero si sigues la vía de Cristo harás
experiencia de lo mismo que lo apóstoles, cuando tú entras en su voluntad el no
se deja ganar en generosidad y te devuelve vida en abundancia, es curioso que
ese es uno de los temas constantes en el evangelio de Juan, en Caná de Galilea
vino en abundancia, en la multiplicación de los panes sobraron varios canastos,
y en la pesca milagrosa, tantos peces que les costó sacar la red. Y es que
querido hermanos cuando pones a Cristo en primer lugar descubre que lo único
que Él quita de ti es el pecado y a cambio te lo da todo, te da la vida eterna.

Lecturas:

  • Hch 5, 27b-32. 40b-41. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu
    Santo.
  • Sal 29. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
  • Ap 5, 11-14. Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la
    riqueza.
  • Jn 21, 1 -19. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el
    pescado.

IMG: «El milagro de la pesca milagrosa» del Duccio