Catequesis IV Domingo de Pascua

1.    Celebración de la Palabra

• Hch 13, 14. 43-52. Sabed que nos dedicamos a los gentiles.

• Sal 99. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

• Ap 7, 9. 14b-17. El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.

• Jn 10, 27-30. Yo doy la vida eterna a mis ovejas.

  • Pablo y Bernabé anuncian la novedad del evangelio y la apertura de la gracia de Cristo incluso a los paganos razón por la cual serán perseguidos ¿alguna vez me he sentido perseguido por anunciar el Evangelio? ¿cómo he gestionado esa situación?
  • La liturgia celeste que manifiesta el apocalipsis culmina con una palabra de consuelo para el rebaño del Señor ¿soy capaz de dejar que la esperanza en el Señor sea mi consuelo?
  • El evangelio nos dice que las ovejas del Señor reconocen su voz ¿puedo decir que estoy atento a escucharla?

2.    Catequesis

En el IV Domingo de Pascua la Iglesia nos invita a ver a Jesús como el Buen pastor que viene a apacentar a los hombres que congrega entorno a Sí. Él es el cumplimiento de las profecías hechas en la antigüedad a través de los profetas Jeremías y Ezequiel, donde se denunciaba a los reyes que se había desviado del camino del Señor como malos pastores, y se anunciaba la llegada de un jefe en Israel que se encargaría de conducir al pueblo de Dios con la delicadeza y diligencia con que un buen pastor cuida a su rebaño.

«»Este Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo» (LG 5). Acoger la palabra de Jesús es acoger «el Reino» (ibid.). El germen y el comienzo del Reino son el «pequeño rebaño» (Lc 12, 32), de los que Jesús ha venido a convocar en torno suyo y de los que él mismo es el pastor (cf. Mt 10, 16; Mt 26, 31; Jn 10, 1-21). Constituyen la verdadera familia de Jesús (cf. Mt 12, 49). A los que reunió así en torno suyo, les enseñó no sólo una nueva «manera de obrar», sino también una oración propia (cf. Mt 5 – 6). » (Catecismo nn.764)

La Sagrada Escritura en el Evangelio de Juan presenta en su capítulo 10 todo un discurso acerca de Cristo, Buen Pastor. <en esta ocasión los versículos que se meditan en la Liturgia de la Palabra subrayan tres puntos: la escucha, conocimiento y seguimiento de Cristo, la pertenencia a Él. La identidad existente entre el Hijo y el Padre.

Esta imagen pastoril, acentúa la relación profunda que existe entre Jesús y sus discípulos, existe un conocimiento profundo entre ellos, por eso como la ovejas “reconocen” la voz del Pastor, también los discípulos de Cristo sabe distinguir su paso por la historia, saben entrar en su voluntad, sin embargo, por la necedad hay quienes rechazan la voz del pastor, y esta no debemos de olvidar que es una posibilidad real, cerrar la mente y el corazón al anuncio del Señor «Puedo ver gracias a la luz del sol; pero si cierro los ojos, no veo: esto no es por culpa del sol sino por culpa mía, porque al cerrar los ojos impido que me llegue la luz solar» Santo Tomás de Aquino.

“Jesús quiere entablar con sus amigos una relación que sea el reflejo de la relación que Él mismo tiene con el Padre: una relación de pertenencia recíproca en la confianza plena, en la íntima comunión. Para expresar este entendimiento profundo, esta relación de amistad, Jesús usa la imagen del pastor con sus ovejas: Él las llama y ellas reconocen su voz, responden a su llamada y le siguen. Es bellísima esta parábola. El misterio de la voz es sugestivo: pensemos que desde el seno de nuestra madre aprendemos a reconocer su voz y la del papá; por el tono de una voz percibimos el amor o el desprecio, el afecto o la frialdad. La voz de Jesús es única. Si aprendemos a distinguirla, Él nos guía por el camino de la vida, un camino que supera también el abismo de la muerte.” (Papa Francisco 21 de abril 2013)

Asimismo el hecho de ser de su pertenencia y no poder ser apartados de Él manifiestan justamente el amor eterno con el que nuestro Buen Pastor atiende a sus ovejas, Él no nos cuida como si fueramos suyos, nos cuida porque somos suyos, su propiedad, de ahí que la oveja busque siempre seguir al Señor.

“Estas palabras nos comunican un sentido de absoluta seguridad y de inmensa ternura. Nuestra vida está totalmente segura en las manos de Jesús y del Padre, que son una sola cosa: un único amor, una única misericordia, reveladas de una vez y para siempre en el sacrificio de la cruz. Para salvar a las ovejas perdidas que somos todos nosotros, el Pastor se hizo cordero y se dejó inmolar para tomar sobre sí y quitar el pecado del mundo. De esta manera Él nos ha dado la vida, pero la vida en abundancia De esta manera Él nos ha dado la vida, pero ¡la vida en abundancia! (cf. Jn 10, 10). Este misterio se renueva, en una humildad siempre sorprendente, en la mesa eucarística. Es allí que las ovejas se reúnen para nutrirse; es allí que se vuelven una sola cosa, entre ellas y con el Buen Pastor.” Papa Francisco, 17 de abril 2016

La expresión “somos uno”  con que concluye el Evangelio tiene un hondo significado, al hablar en plural denota la existencia de una distinción entre Padre e Hijo, al mencionar la unidad hace referencia la naturaleza divina común a ambos, es lo que subyace en la doctrina de la Santísima Trinidad, un solo Dios tres personas distintas. Por otro lado la figura del Pastor pone de relieve que la misericordia del amor del Padre se manifiesta en la entrega que hace de sí mismo el Hijo  como diría san Gregorio magno «la prueba de que conozco al Padre y el Padre me conoce a mí (…) es la caridad con que muero por mis ovejas» De igual modo la lectura del Apocalipsis nos recuerda que el Buen Pastor apacentará a sus ovejas, con esto se expresa el cuidado diligente y cariñoso por ellas, las conducirá hacia fuentes de aguas vivas, Él mismo es la fuente donde beberán ellas la vida, y ahí será enjugada toda lágrima, es decir se conocerá el consuelo definitivo frente a los sufrimientos que implicaron el buen combate.

El amor eterno del Señor por su rebaño nos lleva a contemplar en los ministros de la Iglesia la continuación del ministerio del Buen Pastor que habrá de conducir al Pueblo del Señor. De modo que la estructura jerarquica de la Iglesia más que ser un régimen político-administrativo es la continuación del cuidado que el Señor tiene de su grey.

«El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro como su Cabeza (cf. Mc 3, 14-15); puesto que representan a las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28; Lc 22, 30), ellos son los cimientos de la nueva Jerusalén (cf. Ap 21, 12-14). Los Doce (cf. Mc 6, 7) y los otros discípulos (cf. Lc 10, 1-2) participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte (cf. Mt 10, 25; Jn 15, 20). Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia.”» (Catecismo n. 765)

El Señor confió a Pedro la misión de apacentar a su grey como lo veíamos el domingo pasado, así su sucesor tendrá la tarea de continuar este ministerio, pero no sólo él, sino que también los demás obispos en comunión con él, y por extensión sus colaboradores que son los presbíteros. Así el sacramento del Orden se concibe como aquel a través del cual se continúa la misión apostólica hasta el fin de los tiempos. En el servicio eclesial el ministro ordenado es Cristo mismo quien se hace presente a su Iglesia, por eso se dice que actúa “en la persona de Cristo” ya que ejerce su ministerio como Cabeza de su cuerpo, Pastor de su rebaño, Sumo sacerdote del sacrificio redentor y Maestro de la verdad, por eso se dice que por medio de los obispos y presbíteros Criso se hace visible en la comunidad de los creyentes, pero no sólo eso, sumado a eso hay que tener presente que  los ministros de la Iglesia no sólo tienen la tarea de representar a Cristo sino que a la vez actúan en nombre de toda la Iglesia cuando presentan la oración y sobre todo en la celebración del sacrificio eucarístico. Por ello también la Iglesia nos enseña que: “Los ministros ordenados son también responsables de la formación en la oración de sus hermanos y hermanas en Cristo. Servidores del buen Pastor, han sido ordenados para guiar al pueblo de Dios a las fuentes vivas de la oración: la Palabra de Dios, la liturgia, la vida teologal, el hoy de Dios en las situaciones concretas (cf PO 4 – 6)”. (Catecismo n.2686)

Cristo Buen Pastor, va en busca de sus ovejas, las llama, las cuida, las apacienta y las conduce a la vida verdadera, entrando en la voluntad del Padre, esta tarea la continúa a realizar de un modo especial a través de sus ministros, quien tiene la gran tarea de ser imagen de la solicitud de Cristo para su rebaño y del rebaño frente a Cristo.

3.    Edificación espiritual

Hoy nos centraremos en nuestra relación Cristo Buen Pastor para ello podemos hacernos una serie de preguntas:

  1. Escuchar la voz del pastor implica hacer espacio para ello ¿dedicamos algún tiempo a la oración? ¿busco la oración con frecuencia?
  2. Las ovejas conocen la voz del pastor, el “conocimiento” en sentido biblico implica a todo el hombre: mente, sus afectos, su voluntad ¿cómo es el conocimiento que tengo de Cristo?
  3. Las ovejas siguen al Pastor: ¿mi seguimiento es diario? ¿Qué sucede cuando hay otras voces que mi circundan? ¿cuáles son? ¿me extravío fácilmente?
  4. Cristo nos dice que le pertenecemos y que no nos pueden arrebatar de su mano esto debería producir seguridad en nosotros ¿lo descubro en medio de la persecución?
  5. Jesús da la vida eterna ¿aún vengo a buscar eso en Él?