CATEQUESIS PEQUEÑAS COMUNIDADES Y COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE
En esta hora, hermanos, en que hay tantas necesidades en la Iglesia, da gusto escuchar hombres que como Eliseo se expresan en lenguaje sencillo a través de cartas; como que se ha convertido, como que han sentido la presencia de la Iglesia que los llama, que los espera en su propio ministerio. Yo le doy gracias al Señor, porque en esta hora son muchos los corazones que despiertan de su letargo. Así como también hay muchos que, como los que Cristo rechazó, son mediocridades. Quieren estar más a gusto con su familia, con sus cosas. No son capaces de desprenderse. Y esta vocación cristiana es de desprendimiento. (San Óscar Romero, 26 de junio de 1977)
Oración inicial. Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar nuestra reunión, pedimos la luz del Espíritu Santo para acercarnos a la Sagrada Escritura, solicitamos la gracia de un corazón dócil y un oído atento para vivir con fruto este momento.
Celebración de la Palabra
Recordemos para dar nuestro Eco de la Palabra podemos preguntarnos ¿Qué dice el texto? ¿Qué me dice el texto? Y nuestra respuesta ha de ser Auténtica, Breve y Cristocéntrica.
• 1R 19, 16b. 19-21. Elíseo se levantó y marchó tras Elías.
• Sal 15. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
• Ga 5, 1. 13-18. Vuestra vocación es la libertad.
• Lc 9, 51-62. Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adonde vayas.
El gesto profético de Elías con Eliseo es una invitación a seguirle como discipulo, Eliseo quema todo para irse tras el profeta ¿de qué cosas he de desprenderme que impiden mi seguimiento del Señor?
El salmo afirma “El Señor es el lote de mi heredad” es decir la recompensa a la que se aspira ¿puedo decir que mi corazón anhela como su fin último al Señor o me que he quedado anhelando felicidad de cosas pasajeras? (qué cosas podrían ser)
San Pablo invita a vivir bajo la libertad que nos da el Espíritu ¿en que ocasiones me veo tentado para caer presa de la esclavitud del pecado?
¿Qué excusas suelo poner para no seguir a Jesús en plenitud? ¿En qué modo en particular me estará llamando Jesús a seguirle hoy?
Catequesis
Nuestra madre la Iglesia nos enseña que todo bautizado, ha sido consagrado por el Señor para llevar una vida de santidad, ha sido separado del reino del pecado y de la muerte para comenzar una nueva vida de hijo de la luz y lleva inscrito en su corazón un deseo de llevar plenitud esa vida divina que recibió aquel día en el que el Señor lo llamó a formar parte de su Santa Iglesia, de su Pueblo elegido. Conforme crece en edad y en la fe, todo hombre descubre en su interior que el Señor le llama a seguirlo de algún modo en particular según el Espíritu Santo le va indicando, a estos modos particulares de vivir el discipulado en distintas vocaciones se le ha venido a llamar estados de vida.
“…en la unidad de la vida cristiana las distintas vocaciones son como rayos de la única luz de Cristo, «que resplandece sobre el rostro de la Iglesia».Los laicos, en virtud del carácter secular de su vocación, reflejan el misterio del Verbo Encarnado en cuanto Alfa y Omega del mundo, fundamento y medida del valor de todas las cosas creadas. Los ministros sagrados, por su parte, son imágenes vivas de Cristo cabeza y pastor, que guía a su pueblo en el tiempo del «ya pero todavía no», a la espera de su venida en la gloria. A la vida consagrada se confía la misión de señalar al Hijo de Dios hecho hombre como la meta escatológica a la que todo tiende, el resplandor ante el cual cualquier otra luz languidece, la infinita belleza que, sola, puede satisfacer totalmente el corazón humano…” (Vita Consacrata 16)
En la Iglesia hay hermanos que se consagran al servicio de Dios y de sus hermanos a través de la vida religiosa, según la diversidad de carismas, encontramos hombre y mujeres que entregan su vida a la atención de los enfermos, la educación de niños y jóvenes, el cuidado de los ancianos, entre otros; existen otros cristianos que son llamados a “abandonar el mundo” para vivir en la clausura una vida de combate espiritual más intenso, una vida de oración, de trabajo, de comunidad, de estabilidad y de obediencia, intercediendo por todo el Cuerpo de Cristo, se trata de la vida monástica.
Habrán otros hermanos nuestros que poniéndose al servicio de los fieles abrazaran el sacramento de la misión apostólica (el sacramento del orden) y serán consagrados como sacerdotes de Cristo, colaborando con los obispos, buscarán apacentar el Pueblo santo de Dios con su guía, lo instruirán con el anuncio del Evangelios, y lo fortalecerán con la vida de la gracia a través de los Sacramentos, de modo particular, ofreciendo por ellos y por todos los hombres el santo Sacrificio de la Misa.
Otros hermanos nuestros, se experimentarán llamados a vivir su fe en la comunidad de vida y amor a la que llamamos matrimonio, en la cual un hombre y una mujer unen sus vidas, entregándose el uno al otro por amor para ayudarse en este camino de peregrinaje hacia la patria eterna, a la vez que hacen crecer la comunidad cristiana con la procreación y educación de la hijos. Habrá quienes de nuestros hermanos que sin dejar de ser laicos consagraran su vida en la profesión de los consejos evangélicos, viviendo muchas veces en comunidad, buscando colaborar en la transformación del mundo desde dentro. Incluso hay quienes asumiendo su soltería o viudez buscarán vivir siempre como laicos entregándose con mayor empeño en el servicio de la Iglesia.
“La espiritualidad de los laicos debe tomar su nota característica del estado de matrimonio y de familia, de soltería o de viudez, de la condición de enfermedad, de la actividad profesional y social. No descuiden, pues, el cultivo asiduo de las cualidades y dotes convenientes para ello que se les ha dado y el uso de los propios dones recibidos del Espíritu Santo. Además, los laicos que, siguiendo su vocación, se han inscrito en alguna de las asociaciones o institutos aprobados por la Iglesia, han de esforzarse al mismo tiempo en asimilar fielmente la característica peculiar de la vida espiritual que les es propia. Aprecien también como es debido la pericia profesional, el sentimiento familiar y cívico y esas virtudes que exigen las costumbres sociales, como la honradez, el espíritu de justicia, la sinceridad, la delicadeza, la fortaleza de alma, sin las que no puede darse verdadera vida cristiana. ” (Concilio Vaticano II, Apostolicam Actuositatem 4)
Toda vocación no obstante es un llamado del Señor, implica una respuesta de parte del hombre, desde su libertad ha de discernir la invitación que Dios le hace a un determinado estado de vida, y confrontarse con la Iglesia quien asistida por el Espíritu Santo le irá confirmando en el camino, de modo que confirmando su elección pueda caminar según su vocación a la santidad.
El segumiento de Jesucristo pues tiene diferentes manifestaciones según los diferentes carismas que el Espíritu Santo va suscitando en la vida de la Iglesia en vistas a la santificación del Pueblo de Dios, en este punto podríamos descubrir incluso al interior de las diferentes vocaciones el mismo Espíritu guía a unos y otros de diferentes maneras, por ejemplo en la vida parroquial podemos contemplar como se van constituyendo diferentes itinerarios de catequesis postbautismal en los cuales el Señor va reuniendo a sus hijos para que vayan profundizando su vida cristiana, así tenemos por ejemplo el Sistema Integral de Nueva Evangelización y sus Pequeñas Comunidades o las Comunidades Eclesiales de Base, las cuales nacen y responden a las realidades propias de cada localidad dando una estructura a la parroquia, de igual modo surgen diferentes Movimientos eclesiales que buscan presentar un itinerario de vida cristiana que llevado a diferentes lugares sirva de guía en el camino de fe de los fieles, así por ejemplo encontramos la Renovación Carismática Católica o los Cursillos de Cristiandad; o por ejemplo en la vida consagrada encontramos las diferentes congregaciones religiosas en las cuales, según el carisma que el Señor inspiró a su fundador, hombres y mujeres van encontrando un camino de santidad en la profesión de los consejos evangélicos, de igual modo por ejemplo entre los que reciben el sacramento del Orden hay quienes reciben misiones como capellanes escolares, capellanes de prisiones, atención a parroquias, formadores en seminarios, etc.
Así pues las distintas vocaciones, los distintos carismas y las distintas misiones no suponen una división en la Iglesia sino diferentes acciones por los cuales el Espíritu Santo va constituyendo el Cuerpo de Cristo como la gran familia de Dios (Cf. 1 Co 12, 27-28). Otra imagen que nos podría ayudar a comprender es la de un jardín, el Espíritu Santo es como el agua que cae del cielo y lo hace germinar y crecer, en el se encontraran grandes árboles, arbustos, plantas pequeñas, flores y hierba, e incluso entre las flores habrá rosas, jazmines y violetas, así pues conviven las diferentes vocaciones y todas dan gloria a Dios.
“Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres.
Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña…
Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así también los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo…el alma inmortal habita en una tienda mortal; también los cristianos viven como peregrinos en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupción celestial. El alma se perfecciona con la mortificación en el comer y beber; también los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican más y más. Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar.» (Carta a Diogneto, aprox. 158)
Edificación espiritual
¿Qué aprendí de esta catequesis?
¿Aún reconozco en mi la vocación a la santidad? ¿Aún anhelo ser santo? ¿me conformo con la mediocridad?
¿Vivo la vida con un sentido vocacional? ¿me he planteado algún determinado estado de vida? ¿me he dejado llevar en automático?
¿Cómo estoy viviendo la vocación a la que Dios me ha llamado? O ¿Cómo viví este llamado? O ¿A qué vocación creo que el Señor me está llamando?
Comentemos esta afirmación del Catecismo:
«»Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios… A ellos de manera especial les corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador y Redentor» (LG 31). La iniciativa de los cristianos laicos es particularmente necesaria cuando se trata de descubrir o de idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristianas impregnen las realidades sociales, políticas y económicas. Esta iniciativa es un elemento normal de la vida de la Iglesia.» (nn. 898-899)