Contemplar la escena del Tabor en la que Jesús sube junto a Pedro, Santiago y Juan es una ocasión de esperanza y alegría para el cristiano.
La luz y belleza de Cristo resplandece ante sus discípulos, ciertamente 8 días después de que Jesús anunciara su Pasión y camino de Jerusalén en medio de las tensiones que ya se vivían en torno al Señor que se presentaba como signo de contradicción para algunos y consuelo para otros, está escena pibe en evidencia la superioridad de Cristo sobre nuestros criterios humanos.
Él es el Hijo de Dios, nos revela el amor del Padre y nos revela lo que el Padre ha pensado para el hombre. Esa luz no solo pone en evidencia la miseria, la debilidad y las infidelidades del hombre a causa del pecado, sino que su luz también es calor, fuego, palabra que transforma, que hace salir lo bueno del hombre, más aún con la fuerza de su gracia le sana y eleva a las alturas de la vida divina, su historia se transforma en historia de salvación
En este día roguemos al Señor la gracia de que nuestras vidas sean iluminadas por su luz y que al contemplarlo en el Tabor entremos en la obediencia de la fe a la palabra del Padre que nos ha dicho “escúchenlo” así haremos experiencia del Amor divino que transfigurará nuestra humanidad haciéndola semejante a la de Cristo nuestro nuevo Adán.
IMG: “Transfiguración” de Carl Bloch