Obediencia y Alegría

Lunes – II semana del tiempo ordinario – Año par

1 S 15,16-23, Sal 49; +Mc 2, 18-22

La lectura que venimos meditando del libro de Samuel nos presentaba anteriormente como el Señor se había elegido uno para que fuese Rey en Israel, éste sin embargo fue infiel a la misión dada por Dios, en los capítulos que median entre la lectura del sábado y la de hoy se manifiesta este continuo alejamiento de la voluntad divina.

El profeta Samuel, le reprocha su desobediencia al guardar ciertas cosas como botín de guerra cuando le había sido mandado deshacerse de todo, Saúl diría que fue con un buen propósito, sin embargo en esa pequeñez se manifiesta la obstinación de su corazón.

Quizo hacer las cosas a su modo, como si fuese mejor su voluntad que la de Aquel que le había mandado. Es la misma tentación que ronda siempre en la vida de fe, aquella de hacerse una religión a la medida, como la de aquellos que tratandose de asuntos de fe y moral dicen «yo soy católico pero no creo en esto o no estoy de acuerdo con la Iglesia en esto» y se trata de cuestiones que no son de opinión personal sino de Revelación Divina.

Y en esa opinión al final lo que se evidencia es una visión natural – racionalista de la Iglesia como una mera institución casi política, perdiendo de vista la dimensión sobrenatural y fundante que es la Madre que nos transmite la fe, y en la cual somos hermanos que conformamos el Cuerpo místico de Jesucristo.

El Señor al final desconoce a Saúl como rey por su desobediencia, pues ¿como podría confiar a su Pueblo amado a uno que no hace Su voluntad? ¿Acaso un padre de familia que sabe que cosas necesita su hijo se lo confiará a uno que no se las dará? La rebeldía contra el plan de Dios al final siembre miseria y turbación, veremos como después estás serán las características de Saul cuando aparezca en escena David, que tocaba la lira para calmarle. Veremos que la desobediencia de estos reyes será sanada por Aquel que fue fiel a la voluntad del Padre en todo, Jesucristo, que fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.

Por eso roguemos al Señor la gracia de ser fieles a su gracia, a sus mandamientos y mociones que suscita en nuestros corazones, recordando que «La voluntad de Dios es nuestra paz » (Frase que solía meditar san Juan XXIII y que atribuía a san Gregorio Nacianceno»

En el evangelio encontramos como se plantea una pregunta a Jesús acerca del ayuno, se trata de una pregunta que lleva una intención viciada, si vemos el contexto del pasaje anterior (Jesús que come con los pecadores) y las siguientes en las cuales Jesús cura en sábado, notaremos que los «celosos» de la Ley comienza a cuestionar el obrar del Señor.

En este episodio Jesús da a conocer como con Él se inaugura una nueva etapa, de hecho se hace adjudica el título de «esposo» el cual era usado en el Antiguo Testamento para referirse al mesías, asimismo deja entrever su pasión cuando afirma que el tiempo de alegría terminará cuando se lleven al esposo. Jesús esta haciendo algo nuevo, ya que está llevando a plenitud aquello que había sido mandado por la Ley, le da su verdadero sentido, dirá Tertuliano, un autor de la antigüedad «Con la venida del Evangelio la nueva gracia de Dios renovó todo lo carnal en espiritual, limpiando completamente todo lo antiguo».

San Beda el venerable, nos invita a hacer también una lectura espiritual del vino nuevo y del odre nuevo para motivarnos a vivir siempre con mayor plenitud este pasaje de la Sagrada Escritura

«Si uno busca la diferencia espiritual que hay entre el vini nuevo y el vestido nuevo, encontrará con facilidad que con el vino reparamos las fuerzas y nos embriagamos, mientras que con el vestido nos cubrimos externamente. No obstante, ambos tienen un significado que concierne la vida espiritual : con el vestido se da a entender nuestras buenas obras externas y que hacemos delante de los hombres; por el contrario con el vino nuevo se insta al fervor de la fe, la esperanza y la caridad que nos transforma interiormente delante de nuestro Creador

Exposición al Ev. De Marcos 1, 2, 22

Que podamos vivir en este día esta novedad de nuestra vida cristiana con la alegría de aquellos que se saben viven la presencia del Esposo amado, siendo fieles a Él, imitandole y alabándole.

Imagen: Pintura de John Swingleton que presenta a Samuel reprobando a Saul.