El profeta Ezequiel anuncia el azote de las invasiones de los pueblos extranjeros que culminarán con la destrucción del Templo y el exilio de los israelitas. En medio de estas catástrofes el Señor se reserva un resto que ha permanecido fiel a sus mandatos.
Está fidelidad estará expresada en su conmoción interior a causa de los pecados de sus hermanos. Estos son los pobres de Yahvé que ponen toda su confianza en Él no obstante las tribulaciones.
En ellos y a la luz también del Evangelio podemos ver cuál ha de ser la actitud que hemos de tomar frente al pecado ajeno. En primer lugar podemos considerar las corrección fraterna, tal y como Jesús la expone, según las normas de la prudencia y la caridad, que se manifiestan en la gradualidad con que esta se realiza.
Pero también habrán ocasiones en que, a pesar de nuestros esfuerzos, no podremos hacer mayor cosa porque el otro no tiene voluntad de cambiar, y ante esta persistencia habitualmente es más fácil entrar en la ira o indignación a causa de los males que se ven realizarse. Sin embargo, nuestra actitud a la luz de la caridad evangélica, debería ser ante todo, la compasión, por Dios que es ofendido, así como los israelitas fieles, que lloraban ante los pecados con los que se ofendía a Dios. Y compasion también por nuestro prójimo que sufre tarde o temprano a causa de los males que comete.
Es ahí donde entra el concepto de reparación por los pecados cometidos, que no es otra cosa sino amar en el lugar de aquellos que no aman, esto es consolar el Corazón de Jesús.
Así compasión, reparación y corrección fraterna deberían ser elementos que deberíamos considerar cuando presenciamos el pecado ajeno, esto sería vivir la caridad y ciertamente es mucho mejor que las recriminaciones, exasperaciones, juicios temerarios, condenas inmisericordes, etc.
Roguemos al Señor nos conceda la gracia de saber tener un corazón misericordioso que busque consolarLe y ayudar a nuestros hermanos para que desde el amor podamos vivir en la verdad de la Ley del Amor.
Nota: imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Gibraleón.