Perdón

Jueves – XIX semana del tiempo ordinario – Año par

  • Ez 12, 1-12. Emigra en pleno día, a la vista de todos.
  • Sal 77. ¡No olvidéis las acciones del Señor!
  • Mt 18, 21-19, 1. Note digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Hoy hemos leído el capítulo 12 del profeta Ezequías, en él vemos como no obstante los continuos llamado a la conversión, su Pueblo continuó a rechazarle, prefirieron confiarse en sus propias fuerzas y estrategias para hacer frente a las invasiones extrajeras y desobedecieron al Señor. Por esto irán al destierro, el castigo de Dios en la Sagrada Escritura leído a la luz de la fe tiene una función medicinal, es una purificación del corazón. Su castigo no es otra cosa sino atenerse a las consecuencias de sus actos, no obedecieron a la palabra de Dios, desconfiaron de Él, ahora tendrán que arreglarselas solos.

El texto es sumamente descriptivo sobre las acciones que Ezequiel cumple, y todas ellas evocan el dolor, la tristeza y la desolación que experimenta aquel que es obligado a salir de su país por las fuerzas de una potencia extranjera.

No obstante todo esto, el Señor no abandona completamente a su Pueblo, de hecho el versículo 16 que hoy no hemos leído, recuerda que un resto se salvará. Quizás esto lo intenta suplir el salmo pues junto con él hemos dicho “Perdona a tu pueblo Señor”. Y es que el objetivo que se persigue no es la destrucción del hombre, sino que este se arrepienta, se convierta y viva.

Numerosas veces en el Antiguo Testamento vemos como el Pueblo traiciona la Alianza con el Señor, y también vemos como numerosas veces Él, movido por el amor, busca restablecerla nuevamente. Esta misericordia del Señor es la que vemos condensada en la parábola que dice Jesús a Pedro.

El perdón no es fruto de un sentimiento, sino que es un acto voluntario que realizamos porque reconocemos que el Señor nos ha perdonado a nosotros primero. Es un acto de amor, que busca replicar la misericordia que el Señor nos manifestado.

A veces podremos encontrarnos en una situación en que hemos sido heridos y en la que el dolor queda, pero el principio para sanar ese dolor no es la venganza sino el perdón, a veces el tiempo u otras circunstancias ayudarán a que ese dolor pase, pero si no se comienza por perdonar definitivamente no pasará.

Roguemos al Señor nos conceda la gracia de saber entrar en esta dinámica de purificación del corazón através del arrepentimiento y del ofrecimiento de perdón, como hijos que aprendido del amor de su Padre.

Nota: Profeta Ezequiel pintado por Miguel Ángel Buonarroti