Nuestra Reina Madre

Hoy celebramos la memoria de santa María reina, encontramos este título ya en la antigüedad cristiana en el siglo IV, sin embargo, la fiesta litúrgica como tal fue establecida por el Papa Pío XII en la década de los cincuentas, poco después de haber declarado el dogma de la Asunción nuestra Buena Madre al cielo y al cual está fuertemente vinculado.

Encontramos algunos anuncios de la realeza de María ya en el Antiguo Testamento, sea en la reina Ester que valientemente acudirá a la corte del Rey para interceder por su pueblo aún a costa de su vida, sea de un modo especial en Betsabé, la madre de Salomón, que intercede por el Pueblo ante su hijo, ella era llamada la Reina Madre (Gebirah – גְּבִירָה), por ser la madre del Rey de Israel. En el Nuevo Testamento se ha visto esté privilegio de María en la mujer presentado en el capítulo 12 del libro del Apocalipsis, la cual es presentada coronada de doce estrellas.

Hemos de recordar que todo privilegio y gracia le ha venido a la Santísima Virgen, por ser la Madre de Jesucristo, por tanto para entender a qué nos referimos con la realeza de María hemos de contemplar en primer lugar la realeza de Jesús. Ciertamente Nuestro Señor es Rey por ser el autor de la creación, el Hijo de Dios, el Hijo del Altísimo, descendiente de David, etc. pero su realeza se entiende de un modo especial cuando vemos como es que se ha adquirido su Pueblo, esto es, inmolándose en la Cruz por él, lo ha comprado a precio de sangre, en el misterio pascual, a través de su pasión, muerte y resurrección, reina sobre el pecado y la muerte, venciendo los antiguos enemigos de la humanidad: el mundo, el demonio y la carne (entendida como las pasiones desordenadas).

De su Corazón Sagrado ha brotado la fuerza por la que el hombre puede hacer reinar dentro de sí la gracia y el amor de Dios, de tal modo que gobierne sobre todo su ser. La base del reino de Cristo no es el poder, sino el amor, la obediencia y la fidelidad a la palabra del Padre.

Bajo esta perspectiva es que se entiende la realeza de María. Ella “es reina porque más nadie a seguido a su Hijo hasta el sacrificio de sí misma por nosotros” (Sor del Gaudio, María de Nazaret) ella acompañó a su Hijo bendito a lo largo de los misterios que marcaron su vida, tal y como lo continúa haciendo cuando rezamos el santo Rosario, por ella decimos que de una manera incruenta también ha sufrido el martirio, y por su amor de madre que acompañó a Jesús hasta el pie de la cruz, ha pasado a ser la reina de los martires, lo ha seguido en el reino de la obediencia por su sí al Padre en la anunciación, lo ha seguido en el reino de la oración cuando nos dice la Escritura “que meditaba todo en su corazón”.

La grandeza de Nuestra Buena Madre fue reconocida por Dios también en su Asunción, pues por gracia de Dios, habiéndo terminado su existencia terrena, no conoció la corrupción del sepulcro sino que fue elevada en cuerpo y alma a los cielos gozando ya de la gloria del Resucitado. Así, por haber sido asociada de tal modo a su Hijo ella “ha reinado sobre las pasiones, el mundo y el demonio con la fuerza de Cristo”

“La realeza de María por tanto es una realeza de amor, no de poder. Unida a su Hijo en todos los misterios de su vida, ahora, en el cielo, reina con Él por el bien de la humanidad, por el cual puede interceder gracias a los méritos ganados en vida y gracias al privilegio de ser Madre de Dios” (Sor del Gaudio, María de Nazaret)  y Madre del Rey del Universo.

Su reinado lo ejerce como Madre de misericordia, pues ella vela por sus hijos, los mariólogos reconociendo que su voluntad ha sido siempre acorde a la de su Hijo, no han dudado en llamarla la omnipotencia suplicante, aquella que todo lo puede en la súplica.

Roguemos ha nuestra Buena Madre, la Reina del Cielo y la Tierra, que interceda por nosotros ante el Rey del Universo, para que podamos vivir una vida en santidad y justicia, haciendo presente su reino en medio del mundo en que vivimos. Así sea.

IMG: «Coronación de María» por el Beato Fra Angelico