Le hemos encontrado…

«…nuestro corazón, por íntimo y secreto instinto, tiende en todas sus acciones hacia la felicidad y la busca como a tientas, sin saber con certeza dónde reside ni en qué consiste, hasta que la fe se la enseña y la describe en las mil infinitas maravillas, entonces, una vez encontrado el tesoro que buscaba, ¡qué placer para el pobre corazón humano, qué alegría, qué amorosa complacencia!» (San Francisco de Sales)